jueves, 17 de mayo de 2007

Fotografías

A principios de año comencé a escanear varios álbumes de fotos familiares que hay en casa de mis padres. Me pareció buena idea conservarlas en formato digital.

Confieso que soy de esas personas que se aburren cuando llevan un rato viendo fotos en las que no salen. Por suerte, en estos álbumes sí que aparezco; o al menos en algunos. Y aunque no apareciese no me importa, porque se trata de mi familia más cercana; por eso no me canso de pasar hojas y detenerme tranquilamente en cada una de ellas.

Me encanta verme de pequeño y evocar los recuerdos relacionados con la época en la que fue tomada la foto en cuestión; en ocasiones casi ni me acuerdo y los mezclo, lo que lo hace aún más divertido. Pero son las fotos de mis hermanos las que más me adentro me llegan. Fotos hechas incluso mucho antes de que yo naciera.

Esta no es una de esas fotos. Aquí estamos todos los hermanos. Si te preguntas cuál soy yo, te lo pondré fácil: ninguno de mis hermanos va en un cochecito. Sí, ya ves, el menor de seis.

La encuentro genial. Aunque también me provoca cierta tristeza, lo mismo que cuando veo las fotos anteriores a mi nacimiento. Pienso que es una época que no viví y que me habría gustado haber estado ahí. Es lo malo de ser el pequeño: es el que menos puede disfrutar de esos recuerdos comunes.

No todo es tristeza, por supuesto. Me quedo embobado viendo la cara de mis hermanos, con su seriedad, inocencia, desenfado, travesura... Daría mucho por haber vivido todo eso con ellos. Lástima, yo era demasiado pequeño para darme cuenta.

Me quedan vagos recuerdos de esa etapa en la que estábamos todos en casa. Recuerdos y, cómo no, muchas fotografías, que pienso mantener siempre.

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