jueves, 20 de octubre de 2011

Detalles (de educación¿?)

Hacía mucho que no abría una ventana a este observatorio, y siento ser un poco recurrente, pero ayer y hoy he observado algunos detalles a mi alrededor que a lo mejor para ti no son más que manías de este quisquilloso que escribe, eso lo dejo a tu discrección. 

La primera fue a la salida del metro de Ciudad Universitaria. Muchos días, en lugar de coger el bus en Moncloa, hago el tramo hasta la facultad de medicina en metro, y cuando salgo a la parada de bus, según me dé, me voy andando o si me conviene, cojo alguno de los buses que me dejan a la puerta del trabajo. Ayer vi como el G cerraba las puertas supuestamente por ir lleno, pero según pasó por delante de mí, pude ver que en la parte de atrás había incluso asientos sin ocupar. Claramente la locución "Por favor, pasen al fondo" no surte demasiado efecto. 

A la vuelta del trabajo, en el bus que me lleva a casa, reparé en que a mi lado había una señora de bastante edad de pie (el autobús ya iba lleno) No sé si yo fui el más rápido (lo dudo) o el único que reparó en ella, el caso es que le cedí mi asiento, y me di cuenta de que aquí, tonto el último. 

Por la tarde, en la feria de las fiestas de mi pueblo, disfrutaba viendo a mi hija montar en las distintas atracciones. Disfrutaba hasta que dejé de hacerlo (al menos en parte) por el humo de los cigarros de algunas madres (particularizo porque los dos casos que se dieron eran de mujeres). Sí, es un sitio abierto, pero al final lleno de gente, lleno de niños, muchos de ellos bebés, y creo que poco cuesta aguantar un rato para echarse el cigarrito mientras ves a tu hijo/a disfrutar en los cochecitos o las bolas. 

El metro esta mañana iba también hasta arriba, pero lo de pensar un poco y quitarse la mochila para ocupar menos tampoco va con algunas personas. Me he subido al autobús de la línea 82 viendo otra vez que al fondo había sitio, pero en este caso el detalle ha sido otro: el conductor ya había cerrado, y algunas personas se habían quedado a un paso de entrar; sin embargo, ha vuelto a abrir para cerrar bien,circunstancia que ha aprovechado un hombre trajeado (pero no afeitado) de unos treinta y tantos (calculo yo) que no estaba precisamente en primera fila para subirse, o al menos en un principio para intentarlo. Un chaval que se había quedado fuera le ha afeado la conducta con un "muy bonito"; el hombre se ha medio cortado, pero al final ha acabado subiendo. Muy bonito; como decía antes, aquí, tonto el último. 

Serán manías, pero a veces me cuesta sacar el lado positivo a los detalles que tenemos (o no) los unos con los otros.


martes, 27 de septiembre de 2011

Con nombres y apellidos

Me resulta curioso escuchar de labios de mi hija Andrea cómo empieza a llamar a algunos de compañeros de clase por su nombre y primer apellido. Lo que el año pasado, en la guardería, eran menciones a Hugo, Bruno, Martina, Katia, etc. ahora son referencias a Hugo Luna, a Gonzalo Sánchez, pero también a Paula, Sofía, Marina, Daniela...

Sí, Andrea ya va al cole, y ese hacerse mayor también se nota a la hora de hablar de sus compañeros. Entonces me acuerdo de que hace ya muchos años, cuando yo iba al colegio, era lo mismo: había varios Javier, varios Fernando, varios David, a los que se llamaba por su nombre y su primer apellido; algunos incluso perdían el nombre y sólo respondían a su apellido.

Al final no deja de ser lo que nos sucede a medida que nos hacemos mayores; vamos perdiendo poco a poco nuestra singularidad inocente de la infancia para irnos diluyendo en la multitud del mundo adulto, donde sólo se nos conoce por el nombre que obligatoriamente debe ir acompañado del apellido, ya que de otro modo no hay forma de encontrarnos.

Firmado, Alejandro Rubio :)

viernes, 6 de mayo de 2011

La guerra lo justifica todo

Estamos en guerra, o eso dicen, contra el terrorismo. Parece que eso justifica todo. Llevamos viendo toda la semana cómo las mismas personas que se llenan la boca con palabras como justicia, libertad o derechos humanos se congratulan del asesinato de Bin Laden. Sí, asesinato, que tampoco se preocupan en ocultar.

Eso sí, después de jactarse de haber eliminado del mapa al terrorista más sanguinario y de proclamar a los cuatro vientos que el mundo es ahora más seguro (¡ja!), se vuelven a poner el traje de moderados y prudentes para decir que no es conveniente mostrar las imágenes del cadáver.

En fin, todo esto no hace más que redundar en lo mismo: donde dije digo digo diego y según me conviene me pongo un traje u otro. Las personas son personas, y al hablar de igualdad nos damos cuenta de que unas vidas valen más que otras.

No defiendo al terrorista, pero el terrorista, el empleado de banca, el presidente de gobierno, el currito que se levanta cada mañana para sacar adelante a su familia,... todos son personas. A veces se nos olvida.


martes, 26 de abril de 2011

Hartura

Poner la radio, la tele, leer los periódicos... todos los días es lo mismo. En política, quiero decir.

Resulta sorprendente escuchar a políticos de uno y otro bando lanzarse los trastos a la cabeza, preocuparse más de lo que hace o deja de hacer el otro que de lanzar un mensaje positivo, que bastante tenemos con lo que tenemos. A veces pienso cómo es posible que se crean las cosas que sueltan de manera gratuita, porque aquí soltar disparates es gratis.

La pena es que, como en el anuncio, estamos como dormidos, anestesiados que dicen en algunos medios. Y es verdad. Nos tragamos cualquier cosa con tal de que nos dejen en paz. Metemos a todos en el mismo saco, pero al final seguimos encasillados, fieles como corderitos a nuestra ¿ideología? Y así nada cambia. Partido de tenis: ahora sacan unos, luego les toca sacar a los otros.

Tenemos la desgracia de padecer un sistema político bipartidista de hecho, acomodado, y poco dado a pensar en la gente. Y las voces en el desierto que claman contra esa situación al final son sólo eso, voces en el desierto.

Ay, dios mío, qué hartura....

Libros perdidos

Pues otra historia de biblioteca al canto; es lo que tiene visitarla tan frecuentemente como lo hago en estos últimos meses.


No me limito a ir allí a estudiar, sino que de vez en cuando me doy una vuelta por las estanterías buscando algún libro que pueda interesarme, y de hecho ya he encontrado más de uno. El caso es que son muchas las ocasiones en las que encuentro libros que no están donde deberían estar, bien en un estante que no les corresponde, bien en un lugar alfabético equivocado.

Más de una vez he visto en bibliotecas avisos a los usuarios para que no coloquen ellos los libros en las estanterías porque, es verdad, un libro mal colocado es un libro perdido, y es una auténtica lástima que hasta que no hagan un inventario, ese libro pueda quedar olvidado.

Yo intento poner mi grano de arena, y cuando encuentro libros olvidados, los coloco en su sitio o si dudo, los dejo sobre la mesa para que los bibliotecarios, que de esto saben un rato, los devuelvan al lugar que les corresponde.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Oportunidades

Ayer hablaba sobre genios anónimos, y hoy iba en el bus oyendo de fondo una canción que no conocía y de la que tampoco he sabido identificar el intérprete. No sé si se trataba de Maldita Nerea, El Pescao, u otro artista distinto. La cuestión es que no me sonaba especialmente bien, la voz, quiero decir. Y no digo que eso tenga que ser así. Cuántos grandes autores que hacen grandes canciones no son precisamente grandes intérpretes.

Bueno, me retracto de lo anterior: claro que tiene que ser así. ¿Por qué grandes autores se empeñan en desafiar el buen gusto obsequiándonos con interpretaciones que no están a la altura? Al contrario también sucede, pero yo creo que menos: hay intérpretes que se meten a autores, pero ahora a la cabeza me vienen casos en los que lo hacen con ayuda de gente que sabe del tema.

Pero esta mirada no va de eso. Volviendo al comienzo, pensaba en casos concretos de artistas de gran éxito que objetivamente no pasan de ser del montón, pero que por lo que sea han tenido una oportunidad que han sabido aprovechar. Olé por ellos.

El otro día, en un taller de técnicas de concentración, la chica que lo impartía nos contaba que la suerte está hecha de oportunidades, y es verdad. Hay gente que, como decía en la mirada de ayer, nunca tendrá una oportunidad de demostrar lo que vale, o la tendrá y no sabrá o no querrá aprovecharla, pero si lo hace podrá mirar atrás y decir que tuvo suerte de estar en el sitio adecuado en el momento preciso.

Las oportunidades se presentan a las personas sin distinguir sus cualidades. Una persona con pocas capacidades puede aprovechar una oportunidad que cambie su vida, y por el contrario otra con un talento fuera de lo normal puede dejarla pasar y que nadie nunca sepa que estuvo junto a un auténtico genio.

Y falta un último grupo: el de los que ni tienen capacidades ni aprovechan oportunidades, y que seguiremos instalados en la mediocridad.

martes, 29 de marzo de 2011

Photoshop for everybody

La semana pasada nos acercamos toda la familia al estudio fotográfico que tenemos cerca de casa para hacernos las fotos del DNI, y aprovechamos también para sacarnos un retrato de familia los cuatro.

Después de la sesión y las decenas de fotos que nos sacó la dueña, pasamos al momento de elegir las fotos que íbamos a imprimir. No fue fácil, pero cuando nos decidimos, llegó la parte más sorprendente: ante nuestros ojos, en la pantalla de ordenador en la que nos mostraba las distintas imágenes, comenzó a hacer retoques. Que si una manchita por aquí,l que si un arañazo que se había hecho Jorge esa misma tarde... en cuestión de segundos todo desaparecía como por arte de magia.

Y entonces supimos que no sólo las fotos de las revistas pasan por el filtro del todopoderoso Photoshop ;)

Genios anónimos

Ayer estaba en la biblioteca, como tantas tardes, frente a una estantería repleta de biografías de personajes célebres, y me puse a pensar en la cantidad de genios que seguramente habrá por el mundo, y que nunca tendrán el reconocimiento que sí han tenido los protagonistas de esos libros que tenía ante mí.

Es posible que tengan las mismas o mayores capacidades que ellos, pero nunca tendrán un lugar para el reconocimiento colectivo, bien porque no gozaron nunca de una oportunidad para dar a conocer su talento, bien porque la tuvieron y o no supieron o no quisieron aprovecharla.

Para todos ellos colocaré un imaginario volumen junto al resto de biografías.

lunes, 21 de marzo de 2011

Libros imprescindibles

Ayer mi cuñado le regaló a mi suegro con motivo del día del padre un libro titulado "Los 1001 libros que debes leer antes de morir", o algo así. Antes de eso, nos había preguntado e iba anotando los títulos de libros que nos hubieran gustado mucho. Es curioso comprobar que muchos de esos libros que dijimos no aparecían en esa recopilación, o ni tan siquiera su autor.

Pensaba yo en la cantidad de libros que he leído de los que ya no recuerdo ni el título ni el argumento, y la cantidad de imprescindibles que ni siquiera me he planteado probar a leer. Lo cierto es que algunos de esos denominados clásicos de la literatura los veo muchos días cuando voy a la biblioteca a estudiar, y tengo un sentimiento contradictorio, porque en principio no me apetece demasiado, pero siento curiosidad, dado que figuran en muchos sitios como obras maestras de recomendable lectura. Me sucede un poco lo mismo con las películas, parece que a priori siempre me llama más la atención ver una película reciente que no una de hace varias décadas, cuando en realidad, si lo pienso, he visto bastantes películas antiguas que me han gustado (El golpe, Sonrisas y lágrimas, El mago de Oz, ...)

Últimamente leo más bien pocos libros, en comparación con otras épocas. No saco tiempo y tampoco encuentro libros que me enganchen. De hecho uno de los últimos que cogí de la biblioteca lo dejé al cabo después de leer una centena de páginas por puro aburrimiento, y otro por falta de interés en el argumento. Tengo empezado uno de Vargas Llosa que me trajeron los Reyes este año, pero tampoco termina de engancharme. No sé si se debe a mi estado de nerviosismo general por las inminentes oposiciones, aunque espero que cuando estas pasen pueda retomar la lectura, quién sabe, de unos cuantos clásicos que sí aparecen en esa recopilación.

lunes, 7 de marzo de 2011

Facebook


Muchas cosas me vienen hoy a la cabeza al leer esa palabra, y al oír a Rouco Varela (presidente de la Conferencia Episcopal Española) alertar del peligro de las redes sociales “que propician un estilo de vida virtual y vacío de encuentros y relaciones verdaderamente personales” me cabreo por varias razones:
  • porque una vez más demuestran que viven en otro mundo,
  • porque no son conscientes de que como tantas cosas en la vida, las redes sociales tienen muchas ventajas aunque no carecen de puntos negativos, y
  • porque no debe darse cuenta de la cantidad de católicos, no sólo de base sino también religiosos, religiosas y sacerdotes que ya tienen perfil en facebook.
Quizá no le haya sentado bien la cantidad de grupos que hay en esa red social que no le tratan precisamente con respeto (y con los que para nada estoy de acuerdo, porque la diferencia de opinión nunca debe estar reñida con el respeto).

Yo sólo puedo hablar de este tema desde mi experiencia personal. Entré en facebook no recuerdo muy bien cómo ni por qué. El caso es que al principio no le hacía demasiado caso, y cuando entraba era para comprobar la cantidad de chorradas en las que la gente perdía el tiempo (juegos, aplicaciones para mí algo ridículas, etc). El caso es que poco a poco me ha ido sirviendo para recuperar el contacto con personas de las que apenas sabía, y mantenerlo con otras a las que veo muy de cuando en cuando. Creo que es la mejor manera de estar permanentemente en contacto con tus amigos. Para rematar, con la llegada de mi nuevo smartphone, no puedo negar que he pasado de entrar en mi perfil una o dos veces por semana, a hacerlo varias veces al día.

Creo que Rouco definitivamente vive en otro mundo si no se da cuenta del potencial que las redes sociales tienen como medio de comunicación. Y si no, que se lo digan a las empresas que ya saben bien eso de que "si no tienes perfil en Facebook o Twiter, es que no existes". Yo creo que quienes humanizan o deshumanizan las relaciones son las propias personas. Echarle la culpa a los medios es fácil. Siento mucho que personas como monseñor Rouco, que supuestamente deben orientar a mucha gente no sean capaces de mirar más allá del titular.

Por último, saliendo ya de la polémica anterior, observo cómo las redes sociales han provocado que mucha gente olvide sus blogs (los que yo tengo en mi lista de favoritos están abandonados desde hace mucho, porque sus autores se han pasado a Facebook). Es una pena, pero es lo que hay. Yo, por mi parte, intentaré que no me suceda lo mismo.

Nos vemos en la red, que es más que no verse en ninguna otra parte.

Señales... esas grandes desconocidas

Imagínate que una mañana subes al autobús que utilizas para ir al trabajo, y en los escalones te encuentras una señal como ésta:

a la que acompaña el texo: "Uso obligatorio del cinturón". Y que esa misma señal aparece encima del cristal delantero del autobús, sí ahí, justo donde suele ir la televisión; vamos, en un sitio a la vista de todos los viajeros.

Vale, pues ahora viene lo importante. Ante esa señal ¿tú qué harías?

a) Mirar si en tu asiento hay cinturón y, en caso afirmativo, abrochártelo.
b) Pasar olímpicamente de la señal, porque vas en un autobús y, claro, un autobús no es un coche.

Creo que hay cosas que no dan lugar a interpretaciones. Una señal de 110 km/h (justo hoy viene al pelo) significa que en la vía donde está situada es la máxima velocidad a la que se puede circular, y una señal de "uso obligatorio del cinturón" significa... me da verguüenza, pero es que es de perogrullo, significa que hay que abrocharse el cinturón.

Como suele oírse, una de las cosas que en las que los españoles y nuestros vecinos del norte de Europa nos diferenciamos es en el respeto a las normas de circulación. Te puedo asegurar que en los autobuses que cojo para ir o volver del trabajo, y que llevan cinturón, somos pocos, muy pocos, me atrevería a decir que menos del 20% los que nos abrochamos el cinturón.

Y pienso yo, si no somos capaces de respetar algo tan básico como una norma de circulación que es o sí o no, ¿cómo luego nos sorprendemos de las cosas que pasan en el día a día?

Hay gestos que no cuestan nada y salvan vidas; pero no sólo eso, sino que además son como pequeñas piezas que ayudan a sentar las bases de una sociedad mejor. Al menos así lo veo yo.


miércoles, 16 de febrero de 2011

Cosas que no soporto

Voy a ir enumerando cosas que me ponen de los nervios en mayor o menor grado. Ese tipo de cosas que llevan asociada la frase "no hay cosa que más me moleste que..." (un, dos, tres, responda otra vez):
  • que la gente no empuje la bolsa de basura para que entre bien en el cubo amarillo; este punto tiene un anexo: que la gente baje bolsas de un tamaño que saben que ni de coña entra en el agujero del cubo amarillo.
  • que los peatones caminen por los carriles bici, ignorando los 3 metros de acera que tienen al lado. Habría que verles la cara si a los coches les diera por circular normalmente por la acera.
  • que la gente que va con el portátil a la biblioteca no desconecte el altavoz, o al menos el sonido de windows que retumba en toda la sala. Eso, junto con la nueva moda de llevar el móvil como el loro de los años 80, es algo que no acabo de entender.
  • que los fumadores tiren las colillas al suelo (¿en su casa las tiran también al suelo?). Es como la gente que pone los pies en el asiento de enfrente en los trenes y buses.
  • que la gente se compre coches sin intermitentes... ah, no, que los coches sí que llevan intermitentes, pero es mejor circular como si estuviéramos en los coches de choque: volante, freno, acelerador...
Es tarde y esto es todo lo que doy de sí a estas horas, así que según me vayan viniendo a la cabeza más cosas que me repatean, habrá segunda y sucesivas partes de esta mirada.

miércoles, 9 de febrero de 2011

¿Para todos los gustos?

Me entretuve (y divertí) el domingo pasado viendo "Salvados" con las entrevistas a Olga Viza e Iñaki Gabilondo. Cuando me quise dar cuenta, sin haber cambiado de canal, estaba viendo algo que me resulta complicado calificar: "Princesas de barrio". No sé realmente si la Sexta tiene un target concreto o intenta abarcar todo tipo de audiencias, pero a veces es brutal el contraste entre la calidad de unos programas y otros. Es complicado complacer a todo el mundo.

Al lado de programas como "Salvados", "Buenafuente", "El club de la comedia" y multitud de series conviven "Supercasas", "Princesas de barrio" y otra serie de engendros televisivos de dudosa calidad, al menos desde mi punto de vista. Pero está claro que, al igual que sucede en otra cadena que exhibe sin pudor el mal llamado corazón por bandera, ciertos programas sobreviven porque hay gente que los ve, aunque sólo sea un rato, como los documentales de la 2 :).

miércoles, 26 de enero de 2011

Jorge

Si hace algo más de dos años fue Andrea la que tuvo un hueco en este rincón personal de mi observatorio, Jorge no iba a ser menos.

Hace ya 8 días que está con nosotros y, aunque parezca mentira, he tenido que trasnochar para abrirle una mirada, pero aquí está, guapo como es, bueno, dulce en el llanto, un amor. Un ángel, mi príncipe valiente, y la cuarta pata para esta familia maravillosa de la que cada día me siento más orgulloso.

Bienvenido, hijo.


miércoles, 5 de enero de 2011

Cambio de año

Se fue 2010, llegó 2011, y por arte de magia, en un solo día todo cambia. Se acaban las penas, y me cambia la cara.

Pienso en 2010 como si fuera un bote de pintura blanca al que caen un par de gotas negras; parece mentira, pero la blancura ya no es tal (obsérvese que al contrario no suele suceder: dos gotas blancas en un bote de pintura negra son literalmente devoradas). Podría decir que el pasado año ha sido estupendo si fuera capaz de pasar por alto el fallecimiento de mi madre y la lesión que me tuvo en el dique seco todo el verano; esto último quizá tiene poca importancia, lo primero creo que es más que una simple gota negra...

La cuestión es que yo, al igual que mucha gente, soy así: dan las doce campanadas y hago borrón y cuenta nueva con la esperanza de que el cambio de un dígito en el año se lleve todo lo malo y traiga sólo cosas buenas. Me recuerda a esa pregunta típica del día de cumpleaños: "bueno, ¿qué se siente al cumplir los ....?" que casi siempre tiene la misma respuesta, bastante lógica por otra parte: "pues nada especial, lo mismo que ayer cuando tenía un año menos".

Sea como fuere, me agarro (nos agarramos) a lo mínimo que pueda suponer un cambio de tendencia. Llevaba días deseando cerrar el 2010; ya han pasado 5 días del nuevo año, y me conformo con decir que hasta ahora las cosas van bien. Tengo muchas esperanzas depositadas en el año que ha comenzado (nacimiento de Jorge, oposiciones...), y espero que no haya mancha negra capaz de emborronarlo.

Por lo pronto, esta noche y mañana pienso disfrutar todo lo posible de la fiesta de los Reyes Magos.

Feliz 2011, por fin.