viernes, 24 de febrero de 2012

El Dorado

Hace unos días iba en el coche y sonó la canción de Revólver "El Dorado". Para quien no la conozca, viene más o menos a contar la historia de unos padres (no sé si los del propio autor), que se sacrificaron en busca de una vida mejor, El Dorado. Pero también se cuestiona a qué precio (trabajando y llegando a casa tarde). 

Y entonces yo pensaba en mi vida, en la opción de vida que empecé a enfilar hace algo más de tres años y que parece a punto de consolidarse con mi próximo nombramiento como funcionario de carrera. 

Podría haber optado por trabajar mucho, muchas horas, ganar más dinero en la empresa privada, pero opté por meter la cabeza en la Administración y apostar por calidad de vida: menos dinero, pero más tiempo para disfrutar de mí y de mi familia. Y para nada me arrepiento. Estoy a punto de alcanzar mi particular "El Dorado".

Portabilidades

Revisando este observatorio he visto que tengo pendiente de publicar una entrada -ventana, como las suelo llamar aquí- que pretendía contar mi experiencia con Movistar en el último año desde que a finales de 2010 hice un amago de portabilidad a Vodafone. La había titulado "Fidelización o como el que no llora no mama".

Se quedó en el título y nunca llegué a escribirla, pero básicamente lo que quería contar es la jugada que muchas personas hemos tenido que hacer para conseguir mejores tarifas, un móvil de última generación a un precio algo más reducido, etc. En mi caso yo conseguí tanto para Ana como para mí un smartphone, una tarifa y ofertas ventajosas con Movistar.

La cuestión es que todo esto sólo lo conseguí porque mi órdago llegó hasta la solicitud de portabilidad a otro operador. Si me hubiera conformado con lo que tenía o con lo que me ofrecían por llevar cerca de 10 años con ellos... No soy lo que se dice un tipo echado para delante, pero en este caso busqué una oferta que me interesara, de manera que si Movistar no me ofrecía nada mejor, tampoco salía perdiendo. Pero la jugada salió bien: un Nokia C6-01 a 0€, un C7 a 90€, una tarifa de 8cts/minuto llamada y 8cts mensaje (que por entonces no estaba mal), y 500 sms gratis al mes durante un año. No está mal, aunque también tuvo su cara B: un año de permanencia (poco para lo que se pide ahora), el anzuelo de la tarifa de datos (del que ya no hemos podido salir, pero que al final considero útil), y la limitación de no poder contratar ningún otro tipo de plan de ahorro ni promoción si no cambiaba de tarifa.

Hasta aquí, todo bien. El tema de la conexión a internet tuvo un mes de prueba, tras el cual vinieron 6 meses disfrutando de un 50% de reducción de la cuota (de 10 a 5€). Tengo que decir que esta reducción no se me dio por mi cara bonita, sino porque quise darme de baja de la tarifa de internet. Pasados 6 meses tuve que repetir la jugada para disfrutar de la misma oferta.

Para entonces ya tenía claro que cuando terminara la permanencia me iría a otro operador, a ser posible sin ataduras. Desde el principio le eché el ojo a Pepephone. Superada la desconfianza inicial que puede generar el nombre y el hecho de tratarse de una operadora virtual (la infraestructura de red se la proporciona Vodafone), empecé a buscar opiniones, y me encontré con muchas favorables y muy pocas desfavorables.
¿Sospechoso o buena señal? No lo sé, el caso es que a principios de este año di el paso y ya soy de Pepephone, y el lunes que viene lo será Ana. Llevo ya casi un mes y no tengo ninguna queja; no he tenido problemas de cobertura, su página web funciona, es sencilla y tiene los datos que necesito. Las llamadas tienen una tarifa muy buena, y el bono de internet me da más que de sobra para el uso que le doy. Pero lo que más me convence es su forma de actuar: poca publicidad, cero autobombo, y servicio centrado en los clientes (algo que parece que empiezan a valorar otras compañías -ver si no el último anuncio de Orange-). Aquí puedes ver sus principios

Pero no quiero irme sin contar el cambio de estrategia que he observado en Movistar, y no sé si en las otras grandes de la telefonía móvil. Si antes se desvivían por hacer una oferta razonable de la que sólo disfrutabas si amenazabas con irte a otra compañía, ahora parece que han optado por ofrecerte sus estupendas tarifas (que en comparación no pueden competir con otras) y en contarte lo malas que son las compañías virtuales, esas a las que tanto ellos como Vodafone y Orange alquilan su infraestructura de red. No sé si les trae más cuenta, si se creen que somos tontos, o si ellos se han cansado de que, abierto el melón, muchos aprovecháramos su política de fidelización.

La cuestión es que en un par de días diré adiós a Movistar, no sé si para siempre, pero cada día estoy más convencido de que o mucho cambian las cosas o seguiré así, con un operador virtual y cuando lo necesite, con un teléfono libre, que no liberado (ya contaré algo sobre esto, que también tiene miga). El siguiente capítulo de este cuento será en abril, cuando me venza el año de permanencia que Jazztel me puso para poder disfrutar de una reducción en la tarifa del ADSL.

Si como ha demostrado Pepephone, hay otra forma de hacer las cosas, ¿por qué el resto se empeña en tomarnos el pelo?