viernes, 28 de diciembre de 2007

Huelga en el metro



Hoy mi mirada cuenta con un nuevo aliado: mi nuevo teléfono móvil. Lo tengo desde hace unas pocas semanas, y todavía me cuesta acostumbrarme a usar todo lo que trae, pero poco a poco voy haciéndome a él. Aquí está la primera muestra: una fotografía que saqué la semana pasada en el interior de una estación de metro. Me resultó muy curioso ver las hojas de plátano junto con las hojas de periódico; hojas naturales vs. hojas artificiales.

La imagen tiene su origen en la huelga que desde hace ya dos semanas están llevando a cabo los empleados de la limpieza del metro. Se podría decir que lo que se ve aquí es limpieza, en comparación con el panorama general.

Entiendo y apoyo el derecho que los trabajadores tienen a ponerse en huelga para reivindicar lo que estimen justo y oportuno, pero dentro de lo razonable. Los dos primeros días apenas se notaba que no se estaba limpiando en el metro. Creo que en general los usuarios somos bastante limpios. Pero a partir del tercer día la cosa cambió, y empezó a verse una cantidad desproporcionada de residuos, lo que era síntoma inequívoco de que había alguien detrás. Incluso han aparecido vídeos de las cámaras del metro que muestran actos de auténtico vandalismo, como por ejemplo verter aceite en el suelo para que los usuarios resbalen.

Estos días se está hablando mucho de este tema. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha dado la orden de rescindir los contratos con las empresas concesionarias y, si esto sigue así, me parece que los que van a salir perdiendo son los trabajadores. Huelgas sí pero con cabeza, por favor.

Ilusión. Regalos.


Hace mucho que guardo esta mirada, y qué mejor momento que la época por excelencia de los regalos para traerla al observatorio.

Desde hace bastante tiempo detecto en mí mismo una creciente, y también preocupante, falta de ilusión en todo lo que tiene que ver con los regalos. Tanto es así que cuando pienso en la palabra regalo, el efecto que me produce tiene más que ver con el estrés que con la ilusión que se supone debería tener.

No tengo la menor duda de que la sociedad de consumo tiene, si no toda, mucha parte de culpa en esto. Recuerdo que antes un regalo era algo muy especial, algo que se esperaba con nervios e ilusión, tanto si se era el receptor como si era uno mismo el que hacía el regalo. Se hacían sólo en las ocasiones especiales (cumpleaños, santo, Reyes), y muchas veces eran cumplimiento de deseos que llevaban mucho tiempo ahí, lo que multiplicaba por mil la satisfacción que de por sí producía el hecho de darlos o recibirlos.

Ahora todo es distinto: si necesito algo, voy y me lo compro. Todo es más o menos accesible. Hay casi de todo al alcance de casi cualquier bolsillo; de mayor o menor calidad en función del nivel adquisitivo. Pero resulta raro entrar en una casa y no encontrar prácticamente cualquier cosa que se nos ocurra. Muchos artículos que hace tiempo se consideraban un lujo, hoy son indispensables. Todo el mundo tiene uno o varios aparatos de televisión, dvd, cadena de música, ropa de todo tipo, libros, discos, artilugios, etc.

Y esto conduce a uno de los momentos de mayor estrés cuando se aproxima una fecha señalada: ¿qué le regalo? o también ¿qué me pido de regalo? Cuántas veces oímos "si es que no sé que regalarle; tiene de todo", y es verdad: tenemos de todo. Y también sucede con el valor del regalo, que parece que sólo medimos la bondad del mismo en relación directa a su precio.

Qué quieres que te diga, a mí todo esto me estresa mucho. Te rascas el coco pensando en algún regalo para tus padres, hermanos, pareja, amigos, mirando qué tiene o qué no tiene, especulando sobre si le gustará o no lo que con tanto esmero has escogido, y al final no lo disfrutas... No sé hacia dónde conduce todo esto, pero yo necesito que me devuelvan la ilusión, por favor. Esa es toda mi carta a los Reyes.

Imagen obtenida de http://www.morguefile.com/archive

jueves, 22 de noviembre de 2007

Atado de pies y manos

Ayer recibí un correo de mi operador de telefonía móvil, Movistar, en el que se me presentaba el nuevo y estupendo catálogo del programa de puntos digital, totalmente gratis. Deben haberme leído el pensamiento, porque estoy a punto de decidir cuál será mi nuevo teléfono.

Hasta aquí, todo bien. Pero sigo leyendo el correo y parece ser que para poder visualizar el citado catálogo tengo que descargarme e instalar en mi ordenador (en cuál de ellos¿? :-)) una aplicación llamada Zinio Reader (primera vez que lo oigo). Mi primer pensamiento es "¡horror!", vislumbrando lo que sólo unos clicks más adelante, ya dentro de la página de la susodicha aplicación, queda confirmado: los requisitos del sistema me dicen que yo, usuario cada vez más habitual de GNU/Linux, sólo puedo instalar el programa en sistemas operativos Windows o Macintosh. Miro las FAQs, y se confirman mis sospechas: estoy atado de pies y manos al imperio Microsoft.

A ver, no soy de esos que van diciendo "Microsfot = satanás". Me parece que tienen cosas buenas, y que tienen mucha culpa de que la informática esté presente en muchos lugares donde hace unos años era impensable; pero de un tiempo a esta parte me he vuelto un tanto beligerante con su forma de actuar amparándose en su posición de dominio dentro del mercado, que da lugar a situaciones como la que relataba al principio de esta mirada. Me siento atado de pies y manos.

Mientras otros se esfuerzan por abrir el abanico de posibilidades y dejar que seamos los usuarios los que decidamos, Microsoft mantiene su filosofía de "lo mío es lo mejor y si quieres ser alguien, debes ser compatible conmigo; si no, atente a las consecuencias, porque yo no me voy a mover un pelo en tu dirección". Sirva un ejemplo: OpenOffice permite abrir, modificar y guardar documentos de Microsoft Office, además de otros muchos formatos -entre ellos, el estándar ODF-. Intenta en Microsoft Office abrir un documento ODF, y luego me cuentas el resultado.

Este es un tema largo, y podría seguir, por ejemplo, con el asunto de la compatibilidad de las páginas web con navegadores distintos a Internet Explorer. Pero por hoy, basta.

Tan sólo pido que se me permita acceder a la información siendo yo quien decida el sistema operativo, navegador o aplicación que quiero utilizar. Desátenme, por favor.

martes, 20 de noviembre de 2007

Compañeros de trabajo

Sin duda una de las mejores cosas que me quedan de mi paso por los distintos proyectos y lugares en los que he trabajado es la cantidad de compañeros y buena gente que he conocido y con la que en mayor o menor medida he intentado mantener contacto.

Este sábado pasado estuve con los compañeros del último proyecto por el que pasé. Fue una buena ocasión para vernos, compartir recuerdos y anécdotas, contarnos cómo nos va, y sobre todo para disfrutar de una buena comida -hindú- y una no menos agradable conversación.

Creo que he tenido suerte en todos estos años con los compañeros con los que me ha tocado trabajar. El balance entre los buenos y malos recuerdos es claramente a favor de los primeros, si bien es cierto que según pasa el tiempo, el contacto con los más antiguos se va perdiendo y es remplazado por el de nuevos ex-compañeros. Lo importante para mí es que, al menos, haya ex-compañeros con los que seguir en contacto.

(Gracias a Manuel por la foto, y a él, a Rubén, Gonzalo, Pablo y Arturo por la buena tarde que pasamos)

martes, 6 de noviembre de 2007

A veces...


(...) a veces se me olvida que sólo soy espectador,
a veces las canciones se convierten en ceniza,
y el corazón hundido en un bolsillo de mi pantalón,
y la ciudad palpita con horario de oficina (...)

Alerta, como un soldado en una garita
desnudo, como un chiquillo recién nacido
crispado, como las manos de un trapecista
planchado como los trajes de los domingos.
Me defiendo como gato panza arriba
sin llegar a distinguir a mi enemigo,
y me enredo con los hilos de tu vida
y me enfrento a un inventario de castillos.

Y a veces se me olvida que solo soy espectador
a veces las canciones se convierten en ceniza
y el corazón hundido en un bolsillo de mi pantalón
y la ciudad palpita con horario de oficina.

Camino con los cordones desabrochados
enfilo algún bar abierto al doblar la esquina
presiento la luz dorada de un escenario
pero las cosas del alma no se adivinan.
Me despiertan las noticias en la radio
y me abruma la locura de los días
y me aprendo de memoria el calendario
las maneras de vivir son solo mías.

Y a veces se me olvida que solo soy espectador
a veces las canciones se convierten en ceniza
y el corazón hundido en un bolsillo de mi pantalón
y la ciudad palpita con horario de oficina.

Y me aprendo de memoria el calendario
las maneras de vivir son solo mías.

Y el corazón hundido en un bolsillo de mi pantalón
y la ciudad palpita con horario de oficina.
A veces se me olvida que solo soy espectador
a veces las canciones se convierten en ceniza.

"A veces se me olvida" - Quique González. Personal (1998, Universal)


¿Quieres escucharla?




viernes, 2 de noviembre de 2007

Progreso

Al principio seguramente no era más que paraje inhóspito repleto de árboles.

Entonces, en algún momento, alguien pasó por allí. No necesariamente una persona. Pudo ser cualquier animal, al que siguió otro, y siguiendo el rastro del anterior, otro más. Y sus pisadas hicieron un pequeño sendero.

Ese sendero, que llevaba -o no- a alguna parte, se fue haciendo un poco más ancho a medida que la gente -ahora sí- y el tiempo pasaban; lo suficiente como para que un caballo con o sin carromato pudiera atravesarlo.

El sendero pasó a ser camino, ruta de comunicación entre pueblos. Y pasaban por allí tantos, y el mundo avanzaba a pasos tan agigantados, que hizo falta alisarlo, compactar la tierra, tapar sus baches para hacerlo más cómodo y rápido. Los caminantes, caballos y carros dieron paso a los primeros automóviles.

Se hizo imprescindible que ese camino se convirtiera en una carretera. La tierra quedó oculta bajo una capa de cemento. Seguía siendo estrecho, tánto que sólo se podía atravesar en un sentido cada vez.

Los pueblos fueron creciendo, el tiempo fue pasando, y esa carretera se ensanchó un poco más, y el cemento también fue cubierto por una capa oscura de asfalto, delimitada por interminables líneas blancas con un montón de señales, cada cual con su significado.

Pero aún no había terminado. El camino necesitaba ensancharse más para poder engullir tanto progreso en forma de automóviles de todo tipo, marca, color y características. Así que creció hasta ofrecer espacio suficiente para que dos, tres, cuatro, automóviles en cada sentido circularan por carriles distintos.

Y ahora, ¿qué viene?

jueves, 1 de noviembre de 2007

Flores automáticas

A lo largo de los años he visto muchas máquinas dispensadoras de todo tipo de productos. Las más habituales son las que venden refrescos, pero también se pueden encontrar las que ofrecen tras su cristal bollos, caramelos, aperitivos dulces y salados, helados, café, y hasta platos cocinados listos para calentar en el microondas.

Hace unos días, bajando al metro, en el vestíbulo me encontré con una máquina dispensadora hasta el momento desconocida para mí. ¿Qué ofrece? Ramos de flores. Sí, ramos de flores. Yo también aluciné. Perfectamente colocadas, refrigeradas, y dando vueltas. Puedes seleccionar el ramo concreto que quieres llevarte, lo cual es de agradecer, y por la módica cantidad de 14 euros, salir de un apuro en cualquier momento del día.

Aún no he visto a nadie sacar un ramo de esa máquina, pero supongo que, como tantas cosas, dejará de ser un fenómeno extraño para convertirse en algo de lo más normal. No sé qué les parecerá a los floristeros; por lo que a mí respecta pueden estar tranquilos, porque prefiero comprárselos a alguien, y no a algo. Aunque quizá para salir de un aprieto...

martes, 30 de octubre de 2007

Días que empiezan de noche

Hace dos días cambiaron la hora sí, pero la semana pasada sucedía lo mismo que ocurrirá en apenas unos pocos días: mi día comienza de noche.

Entonces me levanto aún de noche, con los ojos tan cerrados que daría lo mismo la luz que hubiera, y al salir de casa sigue siendo de noche, aunque intente convencerme de que estoy comenzando un nuevo día. Mi cuerpo bosteza, se queja, se estira y se resiste a convencerse de esto ha comenzado, que hay que ponerse en marcha.

Pero esto no es lo peor. Queda la otra parte, cuando el día se acaba también de noche. Y mi cuerpo sigue luchando. En unas semanas miraré el reloj que marca poco más de las 5 de la tarde, y el sol ya no estará a la vista. La única luz será la de los fluorescentes alargados de la oficina, o la de las farolas, de los faros de coche o de los neones de las tiendas.

Y vuelvo a mirar el reloj pensando "no puede ser; es demasiado pronto para dormir". Pero oigo persianas que se bajan, y mis párpados reivindican su derecho a hacer como ellas.

Al final, la noche gana al día... pero no por mucho tiempo.

viernes, 26 de octubre de 2007

Que no suene el silbato

Ya he introducido el ticket y franqueado la barrera. Ahora toca decidir qué linea debo tomar. Elijo, camino, me cruzo con gente y me pregunto si vienen del mismo sitio al que yo me dirijo.

Ahora hay que descender. Un peldaño, otro, otro más... Ya se acerca el final. De repente empieza a subir mucha gente. ¿Conseguiré superar la marea que me arrastra en sentido contrario? Sí, parece que sí, pero ahora toda mi fuerza, todos mis deseos y esperanzas se concentran en un solo pensamiento: "por favor, que no suene el silbato".

Pero nada dura eternamente, y suena. No llego, no llego, no llego...

Y ahora la marea es un sólo un goteo, goteo, goteo...

jueves, 18 de octubre de 2007

Casualidades

Ayer, leyendo un periódico gratuito, me encontré con una noticia cuando menos curiosa: un hombre y una mujer, descontentos en sus respectivos matrimonios, habían entablado amistad a través de internet. Esa amistad había cuajado en algo más, y cuál fue su sorpresa el día que quedaron para conocerse en persona al descubrir que su nuevo amor era, ni más ni menos, su actual cónyuge. La consecuencia: divorcio, alegando infidelidad del otro. Tomaron ese camino como podían haber tomado el contrario, sacando algo bueno de toda esta situación casual. Esto sucedió en Bosnia, pero hoy en día podría pasar en casi cualquier parte.

No lo recuerdo muy bien, pero hace unos años creo que oí una historia de un taxista que había sido asesinado por un hombre que le confundió con el amante de su mujer. El error se debió a la coincidencia entre el nombre del amante y del desgraciado taxista. Fatal casualidad.

Hay gente que no cree en la suerte, ni en el destino; tampoco en las casualidades, ni nada que se le parezca. Yo no lo tengo demasiado claro, pero simplemente echando un vistazo a estas dos historias, da qué pensar...

miércoles, 3 de octubre de 2007

Estreno de lujo

Hoy mi observatorio está de estreno. ¿No notas nada nuevo? Venga, fíjate un poco, que salta a la vista...
¡¡Sí!! ¡¡Es la cabecera!! Y no, no es domingo de ramos, pero estamos de estreno. Mi querida Yoana me ha hecho un regalo en forma de cabecera artística. ¡¡A que mola!! Y esto es sólo el principio...

¡¡Gracias, artista!!

viernes, 21 de septiembre de 2007

Viernes

Es viernes. Termina una semana de vuelta a la normalidad ¿?

Esta tarde tenía que hacer una gestión en el centro de Madrid, así que he cogido el tren; llevaba bastante sin hacerlo. Había sacado un libro para entretenerme, pero no podía dejar de mirar a mis compañeros de viaje: miradas perdidas, gente pensativa, con rostro cansado, con los hombros caídos por el peso de la semana de trabajo que termina, pero también personas con energía suficiente para no parar de hablar en ¿rumano? Da igual. Lo que sea. Es viernes.

He atravesado la calle Arenal por primera vez desde que es peatonal. Me sentía de estreno, aunque sólo en parte, porque al mirar al suelo me parecía sucio, viejo, y para nada -como quien dice- recién puesto.

En apenas un par de cientos de metros me he cruzado con gente de todo tipo: parejas que se encuentran, grupos de gente dispuestos a empezar la marcha, matrimonios que salen a pasear el carrito en el que llevan a su hijo pequeño, un chico con una deformidad en el brazo derecho, un músico que sopla un enorme tronco provocando un sonido grave ante la mirada de los que por allí pasamos, un anciano con los pantalones exageradamente subidos por encima de la cintura y su hijo (bastane mayor) que camina ayudado por un andador y que viste unos pantalones cortos que dejan a las claras la delgadez y fragilidad de sus piernas... ¿alguien da más?

Pues sí, porque el centro de Madrid me muestra una ciudad efervescente, que no para. Como si de caracoles se tratara, cientos de personas aprovechan que la tormenta matutina ha dado paso a un sol con nubes, y apuran los últimos días de un verano que se va, se va, se va. Y ellos van de un lado para otro, de compras, de marcha, de cita, de paseo, de qué sé yo. Unos mariachis junto al edificio de la Fnac, ataviados con trajes y sombreros típicos interpretan el "Canta y no llores" mientras decenas de personas les aplauden con entusiasmo al terminar, aunque lo que ellos esperan es que esas personas traduzcan su entusiasmo en monedas depositadas en la funda de uno de sus instrumentos. Y que no pare.

Yo tampoco me detengo, porque es hora de volver a casa, a la tranquilidad de mi pueblo. En lugar de sumergirme en las profundidades del Metro, decido coger el bus, que me permite seguir viendo en primera fila esta ciudad de la que, lo siento, pero no puedo prescindir. Es viernes. Es Madrid.

viernes, 24 de agosto de 2007

... menos mal que nos queda el humor

Venga, que no todo van a ser malas noticias. Siempre hay locos que merecen la pena y nos arrancan una sonrisa.
Hay de todo, como en botica, pero está claro que por lo general los humoristas gráficos son geniales y dignos de admiración; con tan solo unos trazos y unas cuantas palabras hacen maravillas.

A propósito de esto, pienso en todo el lío que se ha organizado en los últimos tiempos con la portada de una revista de humor gráfico, El jueves, en la que aparecían los príncipes de Asturias en actitud bastante explícita (no entraré en más detalles). No la incluiría en mi selección de viñetas geniales y considero que se pasaron un poco de la raya, pero también es cierto que se le ha dado demasiada importancia, con la consiguiente e innecesaria publicidad para la revista y sus autores. Y digo innecesaria no porque esté en contra, sino simplemente porque me parece que la revista no tiene afán de ser una publicación de masas; cuenta con un público bien definido, y no me parece que todo este revuelo haga aumentar demasiado sus ventas de aquí en adelante. De hecho, dentro de unas semanas nadie se acordará, si acaso sus fieles lectores.

Pero bueno, no me quiero enrollar con este tema, porque esta mirada no va de viñetas vulgares, sino todo lo contrario. Podría poner un montón, pero me quedo con ésta, que es la que mi buen amigo, surtidor de interesantes links me ha enviado hoy. Espero que a ti también te haya resultado graciosa.

(Por si acaso no entiendes lo que dice la viñeta: el cartel dice "Sociedad para la respuesta a preguntas estúpidas" y el hombre pregunta "Disculpe, ¿es esta la sociedad para la respuesta a preguntas estúpidas?")

;o)

Ver fuente de la imagen

Este mundo de locos...

Tres noticias en apenas hora y media me hacen llegar a la conclusión de que hay mucho loco suelto.

Me levanto escuchando en la radio que la banda terrorista ETA ha conseguido por fin oficializar la ruptura de su alto el fuego haciendo estallar una furgoneta-bomba cerca de un cuartel de la Guardia Civil en Durango. La noticia habla por sí sola, pero me resulta curioso el tratamiento que le dan, resaltando que se trata de un atentado con víctimas. Y sí, las ha habido: dos guardias civiles que han resultado heridos leves. Personalmente, me siento igual de informado, pero mucho más tranquilo si me dicen que afortunadamente no ha habido víctimas mortales ni heridos de gravedad. ¿Cuestión de gustos?

En el mismo boletín informativo cuentan que en Huelva, un hombre de 67 años ha matado a martillazos a su mujer, de 59, por un supuesto ataque de celos, y luego se ha entregado a la policía. No creo que haga falta comentar demasiado. Una víctima más del sinsentido. La pena es que esta gente siempre se equivoca en el orden de sus actos: primero deberían entregarse o si así lo eligen, suicidarse, y después dar rienda suelta a su locura.

Y para rematar, leo en meneame -y tengo que pellizcarme para ver que no estoy alucinando, que es real lo que leo-: "Sigue en estado grave el bebé ruso al que la madre lavó en máquina lavadora". Sí, supongo que tú también te estás frotando ahora mismo los ojos.

Y encima, voy a salir de casa pensando que la climatología va a normalizarse y que me va dejar volver a la camiseta de manga corta y la piscinita a tutiplén, y sin embargo me encuentro el cielo cubierto de nubes, el suelo de la calle mojado, y la temperatura más propia de otoño.

Si ya lo digo yo, esto es de locos...

miércoles, 22 de agosto de 2007

Raseros

Soy bastante vago, lo reconozco. Soy más de titulares que de contenidos a la hora de leer periódicos, revistas, páginas web... Me suelo quedar sólo con el resumen, sin detenerme mucho más. Pero de un tiempo a esta parte intento corregir esta superficialidad y sobre todo en lo que se refiere a internet, me obligo a profundizar en aquellos artículos que creo me pueden resultar de interés. Todo esto va unido irremediablemente al aumento en el número de sitios web distintos que visito cada día, de lo que en gran medida tiene la culpa un compañero de trabajo que me contagió la menéame-adicción.

El caso es que esta mañana leía un artículo titulado "Virginidad da risa", donde se expone de manera bastante elocuente la influencia de medios de comunicación y tendencias que determinan en cada momento qué es lo más de lo más o qué está desfasado, olvidando la capacidad de las personas para decidir libremente, en este caso, acerca de su manera de vivir su sexualidad.

Y un rato después, me encuentro con otra entrada en meneame.net que habla acerca de un posible intento de boicot a los próximos juegos olímpicos, que se van celebrar el año que viene en China, basándose en la evidente falta de respeto a los derechos humanos que se produce en el país más poblado del mundo, y más concretamente en lo que se refiere a la pena capital. En el artículo se hace una comparación entre la postura que mantuvieron el resto de países en 1936 durante la celebración de los JJ.OO. en Berlín, y lo que sucede ahora con los de Pekín.

Una vez más no puedo evitar pensar en raseros y varas de medir distintas al ver propuestas de este tipo. Y es que, como en tantas cosas, las interpretaciones pueden ser varias y bien diferentes entre sí. Porque si bien es cierto que no le falta razón a quienes dicen que China es una dictadura y que no respeta los derechos humanos, no sé si cuando se celebraron -con tan sólo doce años de diferencia- dos ediciones de los juegos olímpicos en Estados Unidos se levantaron voces en contra de un país que mantiene la pena capital o barbaridades del tipo de la cárcel de Guantánamo (posterior, eso sí, a dichas olimpiadas), a pesar de ser considerada siempre como estandarte de la democracia.

Que nadie vea en estas palabras un ataque contra Estados Unidos, ni una defensa de China. Nada más lejos de la realidad. Simplemente observo que muchas ocasiones el rasero con el que se mide es interesado, y que la mirada se empaña cuando hay que quedar bien con unos, atacando a otros. Es mejor abrir bien los ojos...

viernes, 17 de agosto de 2007

Agosto, por fin

Hoy termina el primer tramo de mis vacaciones. Una lástima, sí, porque a esto se le coge el gusto bien rápido. Pero no hay que preocuparse, porque justamente dentro de dos semanas podré decir de nuevo "estoy de vacaciones".

Estamos en el mes de agosto, pero nadie lo diría. Por lo menos si miramos al cielo y a los mapas del tiempo. ¿No era este el mes más caluroso del año por antonomasia?

Esta mañana la temperatura a eso de las 10:30 era de unos 21 grados, y eso no es lo normal para este mes, donde otros años aún de noche se rebasaba fácilmente esa cota.

Poco a poco parece que el día ha ido entrando en calor, y cuando he salido a la piscina antes de comer, ya empezaba a apetecer darse un bañito. Lástima que por razones de mantenimiento, al final no haya podido ser.

El caso es que ya estaba yo convencido del todo de que al menos este año todos los tópicos relativos al mes de agosto andaban por los suelos, cuando me ha dado por salir de compras, de rebajas, a mirar trapitos o como lo quieras llamar. Y entonces, me he reconciliado con el mes, con mis tópicos y hasta con el mundo, exagerando un poco.

Carreteras transitables donde esperaba atasco típico de viernes tarde; sitio de sobra para aparcar en los centros comerciales; pasillos de las grandes superficies por donde puedes caminar tranquilamente sin tropezarte con familias enteras... Me creía en un sueño pero no, se trata de la segunda quincena de agosto. Agosto, por fin.

jueves, 16 de agosto de 2007

Todo es relativo

Hace sólo unos días sucedía en España un hecho que aunque no se puede considerar insólito, sí que es bastante raro. Un terremoto de 5,1 grados de intensidad, con epicentro en Ciudad Real, que se dejó sentir en muchos otros puntos del país.

Yo andaba por el norte, en Cantabria, y la única noticia que tuvimos allí del terremoto fue la que nos proporcionaron la radio -casi inmediatamente- y la televisión -algo más tarde-. Allí no tembló nada de nada.

Fueron pocos segundos, pero por lo inusual se convirtió en la noticia del día. Es verano, y una rareza de este tipo te llena medio programa radiofónico o medio telediario.

Han pasado unos pocos días, y ya nadie habla del terremoto. Vuelve la calma propia del mes de agosto, si bien es cierto que los reyes de la actualidad -políticos y futbolistas- están culminando su pretemporada y empiezan con sus breves escaramuzas, anunciando su regreso que ya está ahí, a la vuelta de unos pocos días.

Absortos en nuestra nube, mirando nuestro ombligo como suele ser habitual, nos llega la noticia de un terremoto en Perú de nada menos que 7,9 grados (sobre un total de 9). De momento parece que la relación entre la intensidad del seísmo y el número de víctimas es menor de lo que se podía esperar, pero desgraciadamente los escombros puede que cambien esa proporción.

De nuevo se ponen en marcha los medios de comunicación, repletos de becarios tan voluntariosos como amodorrados ante la falta de trabajo; es hora de cubrir LA noticia como se merece. Durante el día de hoy será portada de telediarios y boletines informativos. Dentro de tres días, cuatro a lo sumo, ocupará un reducido espacio en la crónica internacional. Pero para algunas personas, seguirá teniendo una dolorosa actualidad.

Como puedes ver, todo es relativo. Un pequeño terremoto merece día y medio de atención. Uno un poco más grande, conseguirá tres o cuatro días. Hala, a seguir con las vacaciones.

viernes, 20 de julio de 2007

Treinta y dos

Número treinta y dos. Me ha dado por buscar información acerca de este número, y me ha sorprendido encontrar incluso una entrada específica en la Wikipedia.


Para empezar, es el número natural que sigue al treinta y uno y precede al treinta y tres. Corresponde a un año menos de la edad de Cristo cuando murió. Es divisible por 1, 2, 4, 8, 16 y por sí mismo. Es el número atómico del Germanio (Ge), y el prefijo telefónico de Bélgica.

También, expresado en grados Farenheit, es la temperatura en la cual el agua se hace hielo. Es el número de piezas de un ajedrez, o de las piezas dentales de un adulto.

Hasta aquí, casi todo está sacado de la Wikipedia. Nunca cumplirás sin saber algo más. Pero no voy a seguir copiando.

Desde ayer, 32 son los años que llevo deambulando por este mundo. Treinta y dos veranos en los que ha habido de todo, aunque tampoco me voy a dedicar ahora a detallarlo.

Para simplificar, me quedo con los cumpleaños. Cargados de ilusión, regalos, y sorpresas, sobre todo cuando era más pequeño, y mucho más vacíos o tristes, de un tiempo a esta parte. Trabajar el día de tu cumpleaños, o estar de vacaciones a kilómetros de tus seres queridos son circunstancias que enrarecen lo que desde siempre ha sido un día especial.

De todas formas, no me puedo quejar. Ayer recibí un montón de felicitaciones, casi más de las esperadas, entre llamadas, emails y mensajes cortos. Afortunadamente creo que no han sido felicitaciones imperativas, aunque sí que es cierto que he echado en falta a algunas personas. Pero bueno, no se puede tener todo. Me conformo con mis 3 y 2. Trescientos sesenta y tres días con el treinta y dos.


lunes, 16 de julio de 2007

Un libro me conecta a ti

Reconozco ese punto cotilla que me hace posar sin remedio la mirada en lo que van leyendo las personas que tengo cerca cuando viajo en el tren o en el metro. Da igual si se trata de un libro, una revista, el periódico, o de hojas sueltas. No importa, allá que voy yo con esa vena curiosa tan typical spanish.

Tiene gracia que lo haga, porque a la vez soy de esas personas a las que les molesta notar la mirada del vecino fija en lo que voy leyendo; y me giro disimulando mientras pienso "cómprate el libro, macho, y sales de dudas".

A veces creo que este vistazo a lo que una persona lee me abre un cachito de su alma. No siempre es así, pero me agrada pensar que se puede saber más de una persona a través de lo que está leyendo.

Lo que más me gusta de esta situación es encontrarme con una persona que va leyendo un libro que yo he leído ya. Es como si por la gracia de un libro estuviéramos conectados. Me produce especial placer reconocer el libro sin necesidad de ver el título, tan solo echando un vistazo a un trozo de la página que tiene abierta. En ese momento pienso en lo que ese libro me transmitió, si me gustó o me dejó indiferente; me fijo en la parte por la que va y pienso "no sabes lo que te espera" o "ya verás qué final".

Y así, sin quererlo, y por un instante, un simple libro me conecta a ti...

Imagen obtenida de esta web

sábado, 23 de junio de 2007

Sólo ellos lo ven

Por imperativo laboral me tocó volver hace unos días a la zona en la que solía trabajar el año pasado. Esa que tantas miradas me regalaba gracias a la necesidad de utilizar el transporte público para adentrarme en la gran ciudad.

Dejando a un lado la sensación de "no echo nada de menos todo esto", tengo que reconocer que el metro, el bus, el tren, son fuente inagotable de nuevas miradas. Esta vez, las más claras que se pueden encontrar: las de los niños.

Iba en el vagón del metro y entraron una madre con su hija. Malo soy para aventurar edades pero, ¿qué tendría? ¿Cuatro, cinco años? Delgadilla, con gafas, salada como lo son los niños a esa edad... El asiento de mi lado lo había ocupado la madre, así que me levanté para dejarle el mío a la niña, y yo me coloqué a continuación, junto a la puerta. En ese espacio hay algo parecido a un asiento-de-pie. La pared del vagón tiene un pequeño saliente donde las personas de estatura media-alta podemos apoyar nuestras posaderas.

Y cuál es mi sorpresa cuando veo aparecer a la niña, que poco menos que me saca de mi sitio. "Dice que es su ordenador" me cuenta la madre. Asombroso. He visto ese espacio cada día y yo, que trabajo con ordenadores, nunca lo había asemejado a a ellos. Pero sí, es innegable que están ahí: el monitor y teclado de color marrón. ¿Los ves? ¡Qué despiste el mío!

Hay tanto que ellos ven, y que a nosotros se nos escapa...

Como dice una canción de Los Secretos: "volver a ser un niño, volver a ser un niño"

Imagen obtenida de http://www.guiadeviaje.net/espana/madrid-metro.html

lunes, 18 de junio de 2007

Forofos

En un país donde el fútbol es considerado el deporte rey, el pasado domingo casi no se hablaba de otra cosa. Final de liga, emoción a raudales, no se sabe qué va a pasar esta noche... El país en vilo.

Porque quien más, quien menos, es seguidor de algún equipo. Puede ser por tradición familiar, por ídolos de la infancia (mi caso), por cuestiones geográficas, lo que sea; el caso es que es bien cierto eso de que en la vida se puede cambiar de todo (pareja, ideas políticas o religiosas, etc) pero no de equipo de fútbol. Eso es imposible, sería más que una traición.

No soy fanático del fútbol, aunque lo sigo, y por supuesto, tengo mi equipo. Este domingo mi guerra, o mejor dicho, la de mi equipo no estaba en la lucha por el título sino, al contrario, por evitar el descenso. Pero no lo evitaron. Era una crónica anunciada, así que el año próximo seguiré las jornadas de segunda división. Lo llaman el infierno... no creo que sea para tanto.

Resulta comprensible la falta de interés que me despertaba la segunda parte de la jornada, la que decidía el título. Por eso, cuando entré en el salón de un chiringuito para tomar un algo (como suele decirse) no me importó lo más mínimo el que nos colocaran -a mis tres personas que me acompañaban y a mí- en la última mesa libre que, oh casualidad, era la única desde la que no se veía la tele.

De esta forma tuve frente a mí a casi medio centenar de personas con la vista fija en el mismo punto, como hipnotizados. Durante el rato que permanecimos allí (primer tiempo) estoy seguro de que presencié un espectáculo mucho más interesante y entretenido que el que les tocó vivir a todos ellos.

Se veía de todo: un hombre solitario ocupando mesa para cuatro, que aguardaba impaciente el comienzo mientras jugueteaba con el móvil; un grupo de amigos, de esos que lo son desde el colegio, unidos por la pasión por los colores y devorando no sólo nervios sino un bocadillo tras otro; familias al completo con desigual composición en lo que al interés por el partido se refiere... Muchos con la camiseta de su equipo a la vista, y todos con los colores de su equipo saliéndose por los ojos y la boca. Gente de todas las edades sufriendo con el primer gol en contra; sí, sufrimiento, desolación, o incluso desesperación era lo que mostraban a medida que se confirmaba el negro panorama.

Por una parte me alegré de no seguir allí en el segundo tiempo, que es cuando tuvo lugar la épica remontada, como calificaba al día siguiente uno de los diarios deportivos de la ciudad. Pero ahora, mientras escribo, pienso que no hubiera estado mal quedarse para ver la transformación casi milagrosa de todos esos rostros preocupados a medida que los goles iban llegando.

Afortunadamente, la liga se acabó. Disfrutemos del verano y de otros deportes, por favor.

martes, 12 de junio de 2007

Frente al espejo

[...]
- ¿Alguna vez has escuchado tu voz?.
- ¿Cómo? Claro que escuchado mi voz. Llevo toda la vida haciéndolo.
- Sí, ya lo sé. Pero no me refería a eso.
- ¿Entonces?
- Lo que quiero decir es si alguna vez has escuchado cómo suena realmente tu voz, la que sale afuera, la que oímos el resto.
- No te entiendo
- Sí, hombre; seguro que alguna vez te han grabado en un vídeo o en una cinta de casette. ¿No has notado que tu voz es distinta a la que oyes cuando hablas?
- Pues no lo había pensado.
- Espera, que te voy a grabar. Venga, di algo...
[...]
¿Qué ves cuando me miras? ¿Qué oyes cuando te hablo? ¿Qué pasa por tu cabeza cuando alguien habla de mí?

Me esfuerzo cada día frente al espejo para conseguir ese aspecto que se acerque a lo que quiero que veas. Te hablo en un tono que pienso que es agradable.

Pero ¿qué hay de cierto en todo esto?

Frente al espejo caigo en la cuenta de que lo que veo es mi versión simétrica, que no es la que ves tú. Oigo cintas grabadas con mi voz y no me reconzco, o sí me reconozco pero me niego a mí mismo no tres, sino tres mil veces. Y en mi interior sé que no soy como intento hacerte ver.

Intento ser lo mejor para ti, que me miras desde el otro lado del espejo...

viernes, 8 de junio de 2007

Hola, y hasta siempre

Hace justo tres meses daba la bienvenida a Nacho, el hijo de Santi y Elena. Ayer le tocó el turno a María, la primogénita de otros dos grandes amigos: Raúl y Bea.

Y van llegando. Dentro de un par de meses será Marta, y más adelante... pues ya se verá. Es inevitable, no se detiene. Es la vida, que se va abriendo paso en el mundo y que nos devuelve a a la realidad de lo que de verdad importa.

Como se repetía varias veces en la película "El rey león", es el ciclo de la vida. Pero para que éste se dé, a la vez que unos llegan, otros deben retornar. Tan solo unas horas antes de naciera María, nos dejaba Juli, esposa de Juamna; madre de Juanma, Belén y Mar; y también, como prima de mi madre, parte de mi familia.

Lo mismo que sucede con los nacimientos, la muerte también sigue su camino o, si se quiere ver así, cumple su misión dentro de ese "ciclo sin fin". A veces no llega en el momento que más nos gustaría. Qué tontería, porque en ningún caso nos gusta que llegue. Pero es verdad que muchas veces decimos "¿por qué ahora?"

La vida y la muerte siguen, y no se detienen. Nosotros también tenemos que seguir adelante, con los brazos permanentemente abiertos para recibir a los que llegan y dejar marchar a los que despedimos con un "hasta siempre".

lunes, 21 de mayo de 2007

Actores


Admiro y envidio a los actores.

Admiro su facilidad para meterse en el papel que les toca interpretar; ése que muchas de las veces no tiene ni lo más mínimo en común con su verdadero yo. Hoy pueden salir a escena como un joven ejecutivo sin escrúpulos o un ama de casa recatada, y a la siguiente hacerlo en la piel de un genio introvertido o de una feminista de inquebrantables principios. Siendo ellos, pero sin serlo.

Admiro sobre todo su capacidad para despertar en los espectadores todo tipo de sentimientos, tales como empatía, ternura, rechazo, antipatía, y así un larguísimo etcétera.

Admiro, en definitiva, todo lo que les rodea. Pero sé que la admiración no es nada en comparación con la envidia que siento por ell@s.

Envidio que tengan el guión escrito; esto es, saben con antelación qué es lo que va a suceder, y además pueden prepararse debidamente para reaccionar según lo establecido, o al menos para dar a esa reacción la suficiente credibilidad. Tienen tiempo para ensayar una y otra vez hasta conseguir el gesto, la entonación, el énfasis adecuado para su siguiente frase, y si se equivocan, pueden seguir ensayando.

En justicia, hay que decir que no siempre es así; a veces no hay guión o se les olvida, y hay que dar paso a la improvisación, lo cual les acerca por un instante al mundo real. No es una situación fácil y creo que ahí es donde se muestran los actores que de verdad valen. Reconozco que en esas ocasiones ya no les envidio tanto, quizá porque les veo mucho más parecidos a mí.

Pero sigamos con la envidia, porque tienen la oportunidad de disfrutar o padecer con vidas que no son las suyas, sabiendo que al cabo de unos minutos, unas horas o unos días, dejarán esa historia y saltarán a otra. O que, mientras esa otra historia llega, pueden recuperar la suya propia.

Aún así, me pregunto si todo esto no tendrá su lado malo, como esa sombra que proyecta su máscara, y para muchos de esos actores o actrices, cuando baja el telón, no habrá silencio y una pregunta a la espera de una respuesta que no encuentran en ninguno de sus guiones: Pero, ¿quién soy yo?

Mira tú por dónde, a lo mejor no tengo tanto que envidiarles...

Imagen obtenida de http://www.comf.org/scholarships/scholarships2.html

jueves, 17 de mayo de 2007

Fotografías

A principios de año comencé a escanear varios álbumes de fotos familiares que hay en casa de mis padres. Me pareció buena idea conservarlas en formato digital.

Confieso que soy de esas personas que se aburren cuando llevan un rato viendo fotos en las que no salen. Por suerte, en estos álbumes sí que aparezco; o al menos en algunos. Y aunque no apareciese no me importa, porque se trata de mi familia más cercana; por eso no me canso de pasar hojas y detenerme tranquilamente en cada una de ellas.

Me encanta verme de pequeño y evocar los recuerdos relacionados con la época en la que fue tomada la foto en cuestión; en ocasiones casi ni me acuerdo y los mezclo, lo que lo hace aún más divertido. Pero son las fotos de mis hermanos las que más me adentro me llegan. Fotos hechas incluso mucho antes de que yo naciera.

Esta no es una de esas fotos. Aquí estamos todos los hermanos. Si te preguntas cuál soy yo, te lo pondré fácil: ninguno de mis hermanos va en un cochecito. Sí, ya ves, el menor de seis.

La encuentro genial. Aunque también me provoca cierta tristeza, lo mismo que cuando veo las fotos anteriores a mi nacimiento. Pienso que es una época que no viví y que me habría gustado haber estado ahí. Es lo malo de ser el pequeño: es el que menos puede disfrutar de esos recuerdos comunes.

No todo es tristeza, por supuesto. Me quedo embobado viendo la cara de mis hermanos, con su seriedad, inocencia, desenfado, travesura... Daría mucho por haber vivido todo eso con ellos. Lástima, yo era demasiado pequeño para darme cuenta.

Me quedan vagos recuerdos de esa etapa en la que estábamos todos en casa. Recuerdos y, cómo no, muchas fotografías, que pienso mantener siempre.

martes, 15 de mayo de 2007

Pintores de blanco


Estaba hoy en la cola del banco. "Nosequé-nosecuántos, pintura decorativa", se leía en la parte posterior de su camiseta. Pintura decorativa: ¿significa algo o no es más que un eufemismo de lo que toda la vida se ha llamado pintor de brocha gorda? Detalles...

He caído en la cuenta de que la mayoría de los pintores que recuerdo -decorativos o de brocha gorda, lo mismo me da- suelen vestir de blanco. No de ese blanco inmaculado que lucen los niños y niñas que tanto se ven estos días, antes o después de hacer su Primera Comunión. No, el blanco de sus camisetas, chaquetas y pantalones de algodón están salpicados de miles de gotitas de otros tantos colores. Algo así como los lienzos de sus primos hermanos, los pintores artísticos.

Pero ¿por qué de blanco? No es lo que se puede considerar un color sufrido. Más bien al contrario. Aunque pensándolo bien, ¿qué color es sufrido para disimular las manchas de pintura? Porque el negro puede dejar de serlo en el momento que irrumpe una mancha de pintura de un color claro. Así que yo me inclino a pensar que, a su manera, quieren ser una especie de abstarcto lienzo ambulante. Ni decorativos, ni de brocha gorda, ni artísticos. Simplemente los llamaré pintores.


miércoles, 9 de mayo de 2007

Limpia y da esplendor

No, esta mirada no tiene que ver con el lenguaje y la Real Academia de la Lengua. De hecho, se trata de algo mucho más vulgar.

El sábado pasado, aprovechando la llegada del buen tiempo, con el aparente fin de las tormentas intermitentes, decidí que ya era hora de cumplir con uno de esos rituales tradicionalmente atribuidos al estereotipo de macho: limpiar el coche.

Por supuesto que no se trata de la primera vez que lo hago; bueno, en el caso del aspirador a monedas, sí. De hecho, recuerdo que al principio de tenerlo, lo limpiábamos con auténtica dedicación y nos quedaba como los chorros del oro. Luego decidimos probar los túneles de lavado, hasta llegar al método actual: lavado manual con pistola de agua a presión, que según nos han contado, es mejor para la pintura, en especial la metalizada.

Pero poco importa el hecho en sí de limpiar el coche; lo que me interesa realmente es el aspecto ritual que parece estar unido a él. Mirar por la ventana, ver el día estupendo que hace y decidir que ya es hora de sacarle brillo a ese tesoro, reflejo de lamayor o menor capacidad adquisitiva pero, al fin y al cabo, un bien preciado. Esto es sólo el comienzo.

Y ahí me veo, en esa especie de gigante establo donde alojar durante un rato según el caso, 70, 100, 150 caballos, bien apretaditos, por supuesto. Seguro que alguno habla con su coche como si de su caballo se tratara mientras lo limpia. Seguro...

Una moneda, y empieza el espectáculo: agua con champú, espuma por todos lados. "Ya pareces otro, cochecito mío. ¿Un poco de cera para que reluzcas? Sin duda, sin duda. Venga, otras dos monedas más, que aún nos queda el abrillantador... hay que ver, ¡estás hecho un pincel!"

Todavía chorreando (el coche, no yo), veo que algunos se esmeran en limpiar los tapacubos y las ruedas, y cambian la pistola de agua por el pulverizador de un exclusivo producto abrillantador que hará las delicias de los que vean pasar semejante deportivo de gama alta. Yo mientras tanto sigo de frente a por mi nuevo reto: limpieza interior con un aspirador que no hace demasiado honor a su nombre, aunque creo que bastará.

Me aplico con esmero, y veo a mis colegas de limpieza, tanto o más dedicados a su tarea. La experiencia es un grado, y se nota que adolezco de ella, cuando veo que casi todos sacan su pulverizador limpiacristales para rematar el tratamiento. "¡Mecachis! Ya sabía yo que me faltaba algo. Tengo que hacerme con el kit del perfecto limpiador de coche."

A falta de limpiacristales, me pongo a cambiar las escobillas de los limpias, porque los puntos que indican su desgaste van camino de adquirir un color por el que nunca deberían pasar. Después de romperme la cabeza, y de colocarlos un par de veces al revés, doy con la posición correcta. Misión cumplida, aunque con lo que va a llover de aquí al otoño...

Después de dar un repaso al interior con un trapo húmedo, el resultado es bastnate aparente. Ya sólo falta la guinda: el ambientador; marino, pone el envoltorio. "Vamos a ver qué tal... Pues parece que no huele demasiado". "Ya, ya" -piensa el circulillo gris y azul- . "Ya verás cuando vuelvas a subirte al coche; lo vas a flipar"

Más vale tarde que nunca, así que cuando llego a casa, me voy directo a por el limpiacristales, y vuelvo a terminar la faena, medio a oscuras (nunca limpiéis los cristales del coche dentro del garaje, a no ser que esté perfectamente iluminado) Porque no voy a ser menos que mis colegas.

Y todo mi orgullo se derrumba cuando veo que, en la distancia corta, el coche no está tan limpio como pensaba. Pero no me preocupo, creo que ya he cumplido con el rito del hombre limpiacoches. Limpio y doy esplendor.

Verdades como puños: la Tierra es esférica, ¿o no?

Hay cosas que muchas veces se dan por sentadas, y seguro que nunca te has planteado que la Tierra no sea esférica. Yo tampoco, la verdad.

Ayer, weboneando, me encontré con una noticia que me llamó la atención, en la que me enteré que hay un grupo de gente que defiende que la Tierra es plana y no redonda como desde pequeños nos han dicho y hemos visto.

Sinceramente, este tema me produce cierta hilaridad. No me he parado a entrar en la web del susodicho grupo de opinión, pero a primera vista parece más una broma o una monumental rayada. De cualquier forma, podemos entrar en el juego, e imaginar que la tierra es plana, algo así como un gigantesco plato. Así no tendríamos que preguntarnos si los del hemisferio sur están realmente boca abajo. Claro que ¿por qué se esforzarían los satélites y trasbordadores espaciales en mostrarnos una imagen esférica de la Tierra. Supongo que los defensores de la teoría de la Tierra plana tendrán respuesta para ésta y otras preguntas.

Pero, ay, como sea verdad
:o)

Un minuto para la cultura

Como decía ayer, soy asiduo radioyente. No de una cadena o dos, sino de muchas. Es cierto que he pasado por etapas, y ahora me decanto más por unas que por otras, aunque de vez en cuando me permito una sana escapada hacia otros puntos de vista, sabiendo de antemano que cada emisora tiene lo que llaman su línea editorial, al igual que los periódicos a los que, normalmente, se muestran más afines. Pero esa mirada ya la echaré más adelante.

Escucho emisoras privadas, pero también la pública (RNE). Me encanta la idea de una radio con vocación de servicio público, y creo que Radio Nacional cumple bastante bien esta misión. Me gusta que no tenga más publicidad que la de su propia programación, porque sucede que en otras emisoras algunos programas se dedica más tiempo a los anuncios que al programa en sí.

Dentro de esa tarea de servicio público, me gustaría destacar un espacio original, que no tiene hora fija de emisión, aunque lo normal es que se inserte entre las cuñas promocionales. Se llama "La cultura en un minuto", y a lo largo de ese breve lapso de tiempo ofrece información sobre tres acontecimientos de ámbito cultural: un libro, un disco, una exposición, un espectáculo... Tiempo suficiente para, entre tanto ajetreo, enterarse de qué se cuece en el mundo de la cultura. Porque a veces ni siquiera somos capaces de concedernos un minuto para contemplar lo que nos rodea...


martes, 8 de mayo de 2007

Titulares

(Noviembre 2006)


Durante una comida familiar, mi hermana Tere hacía mención a la noticia con la que abría el informativo de Radio Nacional ese domingo (8 de ocutbre) a las ocho de la mañana: "Fernando Alonso ha ganado el gran premio de Japón de Fórmula Uno". Le sorprendía la trascendencia que se le daba a aquél hecho. La entiendo.

Yo no sé nada sobre periodismo, pero soy oyente habitual de la radio, y lector ocasional de periódicos. Y tengo que decir que el tema de los titulares me fascina. Me pregunto sobre todo quién y con qué criterios se decide qué noticias merecen los puestos de cabeza en los informativos o las primeras planas de los periódicos, .

Basta con echar un vistazo a algunos de esos periódicos (ABC, EL MUNDO, El País) aquel 8 de octubre para mostrar la misma sorpresa que mi hermana. Bien es cierto que estas portadas se refieren a noticias sucedidas el sábado; pero no es habitual que un domingo a las ocho de la mañana haya demasiadas novedades en la información respecto a la jornada anterior. En este caso, recién concluido el gran premio de fórmula uno, y habiendo vencido un compatriota, se puede entender que se le diera tanta importancia a la victoria.

Pero esto es sólo una anécdota. Cada día nos encontramos con una auténtica ensalada de noticias que, según el medio, son más o menos relevantes, e incluso puede que inexistentes. A veces me pregunto si tal o cual hecho ha sucedido de verdad o si por el contrario se trata de una invención, que es algo que tampoco descarto.

Los llamados sucesos casi siempre se llevan la palma. Cuanto mayor desgracia y desolación transmitan, más alta es su posición en el ránking. Y cuando ya no dan más jugo (léase morbo), caen en picado al cajón de la hemeroteca.

Mención a parte tienen los titulares deportivos. El deporte rey se lleva el pastel, y dentro de él, determinados equipos prevalecen sobre otros. Hasta el punto de que el cambio en el color de pelo de cierto futbolista de uno de esos equipos tiene más relevancia que la medalla de oro de un gimnasta español en un campeonato de Europa. ¿Cuál de los dos es más insólito y relevante?

Pero insisto: no tengo ni idea de periodismo, y a este paso, difícilmente llegaré a entenderlo. ¿Alguna pista?


Decisiones. Caminos. (Mi yo duplicado)

(Octubre 2006)

[..]

Hace unos días le estuve buscando. O al menos esa fue mi intención; pero sólo en un principio, porque tras unas pocas preguntas caí en la cuenta de que lo de ir de detective por la vida no es lo mío.


- ¿Nombre y edad?
- Ésas son fáciles de responder; mismo nombre y edad que yo.
- ¿Profesión? ¿Estado civil? ¿Lugar de residencia? ¿...
- Uf, para, para, que me esto ya me supera; callejón sin salida. Me rindo, no tengo ni idea.

[..]


No descubro nada nuevo si digo que nos pasamos la vida tomando decisiones, sea consciente o inconscientemente. Y cada una de ellas determina en mayor o menor medida quiénes somos así como las circunstancias que nos acompañan.

Las hay rápidas, de unas décimas, que por falta de tiempo ni siquiera pensamos, o que forman parte de la costumbre y por eso no necesitamos procesarlas ni un momento. Otras, sin embargo, nos obsesionan durante horas, días e incluso meses o años. Pero todas tienen ese punto determinante que las hace únicas.

A veces sucede que aquellas que nos parecen más insignificantes acaban adquiriendo un carácter decisivo y, en cambio, otras a las que inicialmente dábamos mucha importancia luego se quedan en nada.

Si lo pienso detenidamente es probable que encuentre muchas más, pero en este momento tengo identificado con certeza una de esas elecciones que cambiaron mi vida y que hicieron de ella lo que ahora es y no lo que pudo haber sido.

[..]

Y de repente, cuando ya casi me había olvidado, me lo encontré, frente a mí, como si estuviera ante un espejo. Pero su rostro, a diferencia del mío, no mostraba sorpresa, sino más bien una aplastante seguridad que se advertía tras su media sonrisa.

- Sí, sé quién eres.
- Pero...
- Tú eres el que decidió quedarse.

[..]

lunes, 7 de mayo de 2007

El efecto mariposa


Hace un par de días, en casa de mis suegros, vi la película "El efecto mariposa". Y me gustó. Estoy de acuerdo en que no es una obra maestra ni nada por el estilo, pero es de esas películas que, después de verlas, te dejan buen sabor de boca y la sensación de haber pasado un buen rato.

El título basta para hacerse idea del argumento: las consecuencias que se derivan al cambiar el curso de hechos pasados, no sólo en la vida del protagonista sino también en la de las personas que le rodean. ("El simple aleteo de una mariposa tiene consecuencias en alguna otra parte")

A lo largo de la película el protagonista va tomando conciencia del poder que tiene para cambiar el curso de su historia, pero a la vez descubre el precio y las consecuencias de sus decisiones. Cuanto más intenta arreglar las cosas, peor van las cosas.

Sin destripar finales ni nada por el estilo, como decía al principio, me dejó buen sabor de boca la forma en la que se resuelve la historia. Para averiguarlo, tendrás que verla. Y después podrás preguntarte qué habrías hecho en su lugar. Yo, personalmente, no lo sé.

Una cosa más: no confundir esta película, realizada en Estados Unidos, y estrenada hace ya tres años, con otra del mismo nombre, hecha en España hace unos cuantos más. Nada que ver.

domingo, 1 de abril de 2007

Pequeño

Hace tiempo escuché que siempre hay un momento en nuestra vida en el que tomamos conciencia de nuestra pequeñez. ¿Te ha sucedido?


Yo no recuerdo cuándo fue la primera vez que tuve esa sensación, pero es algo que me ocurre constantemente. Me detengo por un instante, y una especie de vértigo momentáneo me paraliza. Me siento una partícula minúscula dentro de un colosal engranaje.

No necesito mirar al universo, ni al planeta Tierra, ni a mi continente, país, región... basta con mirar a mi alrededor pensando en todo lo que me muestran mis ojos, y de dónde viene, para sentir que no soy más que eso: un ser pequeño, que aparentemente pinta bastante poco.

Pero ya se sabe: el desierto está hecho de granos de arena; el océano lo está de gotas; tú, yo, ... todos pequeños. Sin ti, sin mí, sin el resto, seguro que no sería igual.



Ilustración: http://www.exploraquinta.ucv.cl/imag/full03/s9/g6/b2_2.htm

Rostros conocidos

Hasta hace no mucho, los rostros que aparecían ante mí eran rostros conocidos. Personas que veía casi a diario; familia, amigos, compañeros...


Digo que eran rostros conocidos porque más allá del aspecto puramente fisiológico, detrás de esas caras había historias que no me eran ajenas, y que en cierto modo consideraba también parte de la mía.

De un tiempo a esta parte, muchas de esas caras se han difuminado hasta casi borrarse. Sucede que no sólo he dejado de verlas, sino que además sus vidas son caminos que ya no me cruzo.

Ahora los rostros conocidos son vecinos, gente del pueblo, del edificio donde trabajo.. pero son sólo eso, rostros.

martes, 20 de marzo de 2007

Y la luna se ríe

Esta noche volviendo a casa la he visto: en su papel protagonista, como siempre. Apenas le basta mostrar una pequeña porción de sí misma para captar mi atención (y seguro que no he sido el único). Pero hoy no me lo puede negar: la he visto, se estaba riendo. Y lo hacía, como diríamos el común de los mortales, de oreja a oreja.


Me parece a mí que se reía de nosotros. Desde ahí arriba nos ha visto tiritar, con la sopresa en la cara, porque este año el invierno ha decidido despedirse haciendo acto de presencia. Y ella no ha podido evitar que se le escapara esa sonrisa pícara...

Ilustración: www.mundopoesia.com

sábado, 10 de marzo de 2007

Bienvenido

4 kg. 53 cm. Ocho de la tarde del ocho de marzo. Ha llegado Nacho, el primer hijo de Elena y Santi, dos grandes amigos.

Esta tarde les he visitado en el hospital. No son los primeros amigos que tienen un niño, pero la situación es especial porque, como ya he dicho, se trata de dos grandes amigos. Y si encima se une que Nacho era un niño muy pero que muy deseado por todos, poco más queda que decir.

Me gustaría describir la maravillosa imagen que he presenciado al entrar en la habitación, aunque como siempre, temo no ser capaz de encontrar las palabras adecuadas. Pero no queda otro remedio; en este caso creo que por respeto a ellos no habrá más imagen que mi descripción.

Elena estaba sentada; imagino que harta de pasar muchas horas en la cama. En el otro sillón estaba Santi, bien acomodado, y con un bichillo dormido sobre su pecho. Todo lo grande el padre, todo lo pequeño el hijo. Una de esas imágenes que las ves y al instante te transmiten paz, ternura, y un deseo de estar en el lugar de ¿ambos? Algo difícil en mi caso: demasiado grande para ser durmiente, y demasiado poca cosa para ser lecho.

Pero antes de todo esto, antes de entrar, me he encontrado en la puerta de la habitación un montón de flores y un cartel enorme que decía "Bienvenido". Una vez dentro, había otros dos carteles parecidos, con la misma palabra. Tan sencillo y tan certero.

Te agradezco tu llegada y, como un cartel más, te digo: "Bienvenido".

domingo, 4 de marzo de 2007

Estaciones de paso

Este año el invierno no ha pasado por aquí. Me parece que con tanto cambio climático ha pensado que mejor se quedaba en casita, no se fuera a derretir.


Se ha limitado a dejar que el otoño se fuera diluyendo poco a poco hasta que la primavera le tomara el testigo o, como si se tratara de la cola del mercado o la sala de espera del hospital, le diera la vez.

Hoy he salido a dar una vuelta corriendo por los caminos que rodean mi pueblo, y la primavera lo llenaba todo: los campos que recuperan el verde intenso, el río que lleva tanta agua que resulta imposible vadearlo, el sol que ha hecho aparecer las primeras camisetas de tirantes, y un montón de sonidos que parecían olvidados desde hacía semanas.

Es otro de esos momentos perfectos para encauzar un cambio de rumbo, lo mismo que sucede en septiembre y en año nuevo. Habrá que probar.

Mientras tanto, levanto la mirada y ya no veo al invierno; está lejos, lejos, lejos...

Ilustración: Yoshiro Tachibana

martes, 20 de febrero de 2007

Silencio

El lunes pasado, al volver del trabajo, se apoderó de mí un deseo, una idea, una necesidad urgente de silencio. No sé realmente el motivo; el caso es que lo necesitaba, y le abrí la puerta.

Llegué a casa y me sumergí en una atmósfera relajada, ausente de los sonidos habituales que me acompañan cada día, en especial el de la radio. Para mí es extraño pasar un rato largo en la cocina, en el baño, o en mi dormitorio sin tener algún transistor encendido. Muchas veces ni siquiera escucho lo que se dice, pero me siento a gusto y acompañado, sobre todo cuando en casa no hay nadie más que yo.

Así que olvidé la prisa; cené con calma, saboreando los alimentos como no recordaba haberlo hecho en muchísimo tiempo, y después incluso me dediqué a estudiar, desempolvando un libro que no había tocado en meses. Al final me fui a la cama y estuve leyendo un buen rato Chamán, de Noah Gordon, arropado por esa calma que me reconfortaba.

Muchas veces se habla de lo incómodo de los silencios. Creo que eso sólo sucede cuando el silencio está vacío; por suerte, no era ese mi caso.

Es contradictorio pensar que cuando más prisa nos damos es cuando menos cosas hacemos y menos las disfrutamos (vísteme despacio que tengo prisa, bien dice el refrán). Esa noche me dormí con la sensación de haber disfrutado cada minuto de esas últimas horas del día. Y todo ello, en silencio.

Vuelvo

Más de dos meses sin abrir nuevas ventanas a las que asomarse desde este observatorio es demasiado tiempo. Y lo peor no es el tiempo transcurrido en sí, sino ser consciente del paso de cada uno de los días; ver cómo la hora 24 llegaba y las ventanas seguían cerradas.


¿Por qué? Digamos que todo se ha confabulado de manera ¿diabólica? para que así fuera. Cuando tenía alguna mirada que comaprtir, no encontraba las palabras mágicas o el tiempo preciso para que se abriera la ventana.

Así que he ido acumulando a lo largo de estas semanas unas cuantas miradas, aún vacías de palabras, de esas que llaman borradores, y parece que va llegando la hora de que muten convirtiéndose en ventanas por las que entre la luz.