miércoles, 30 de marzo de 2011

Oportunidades

Ayer hablaba sobre genios anónimos, y hoy iba en el bus oyendo de fondo una canción que no conocía y de la que tampoco he sabido identificar el intérprete. No sé si se trataba de Maldita Nerea, El Pescao, u otro artista distinto. La cuestión es que no me sonaba especialmente bien, la voz, quiero decir. Y no digo que eso tenga que ser así. Cuántos grandes autores que hacen grandes canciones no son precisamente grandes intérpretes.

Bueno, me retracto de lo anterior: claro que tiene que ser así. ¿Por qué grandes autores se empeñan en desafiar el buen gusto obsequiándonos con interpretaciones que no están a la altura? Al contrario también sucede, pero yo creo que menos: hay intérpretes que se meten a autores, pero ahora a la cabeza me vienen casos en los que lo hacen con ayuda de gente que sabe del tema.

Pero esta mirada no va de eso. Volviendo al comienzo, pensaba en casos concretos de artistas de gran éxito que objetivamente no pasan de ser del montón, pero que por lo que sea han tenido una oportunidad que han sabido aprovechar. Olé por ellos.

El otro día, en un taller de técnicas de concentración, la chica que lo impartía nos contaba que la suerte está hecha de oportunidades, y es verdad. Hay gente que, como decía en la mirada de ayer, nunca tendrá una oportunidad de demostrar lo que vale, o la tendrá y no sabrá o no querrá aprovecharla, pero si lo hace podrá mirar atrás y decir que tuvo suerte de estar en el sitio adecuado en el momento preciso.

Las oportunidades se presentan a las personas sin distinguir sus cualidades. Una persona con pocas capacidades puede aprovechar una oportunidad que cambie su vida, y por el contrario otra con un talento fuera de lo normal puede dejarla pasar y que nadie nunca sepa que estuvo junto a un auténtico genio.

Y falta un último grupo: el de los que ni tienen capacidades ni aprovechan oportunidades, y que seguiremos instalados en la mediocridad.

martes, 29 de marzo de 2011

Photoshop for everybody

La semana pasada nos acercamos toda la familia al estudio fotográfico que tenemos cerca de casa para hacernos las fotos del DNI, y aprovechamos también para sacarnos un retrato de familia los cuatro.

Después de la sesión y las decenas de fotos que nos sacó la dueña, pasamos al momento de elegir las fotos que íbamos a imprimir. No fue fácil, pero cuando nos decidimos, llegó la parte más sorprendente: ante nuestros ojos, en la pantalla de ordenador en la que nos mostraba las distintas imágenes, comenzó a hacer retoques. Que si una manchita por aquí,l que si un arañazo que se había hecho Jorge esa misma tarde... en cuestión de segundos todo desaparecía como por arte de magia.

Y entonces supimos que no sólo las fotos de las revistas pasan por el filtro del todopoderoso Photoshop ;)

Genios anónimos

Ayer estaba en la biblioteca, como tantas tardes, frente a una estantería repleta de biografías de personajes célebres, y me puse a pensar en la cantidad de genios que seguramente habrá por el mundo, y que nunca tendrán el reconocimiento que sí han tenido los protagonistas de esos libros que tenía ante mí.

Es posible que tengan las mismas o mayores capacidades que ellos, pero nunca tendrán un lugar para el reconocimiento colectivo, bien porque no gozaron nunca de una oportunidad para dar a conocer su talento, bien porque la tuvieron y o no supieron o no quisieron aprovecharla.

Para todos ellos colocaré un imaginario volumen junto al resto de biografías.

lunes, 21 de marzo de 2011

Libros imprescindibles

Ayer mi cuñado le regaló a mi suegro con motivo del día del padre un libro titulado "Los 1001 libros que debes leer antes de morir", o algo así. Antes de eso, nos había preguntado e iba anotando los títulos de libros que nos hubieran gustado mucho. Es curioso comprobar que muchos de esos libros que dijimos no aparecían en esa recopilación, o ni tan siquiera su autor.

Pensaba yo en la cantidad de libros que he leído de los que ya no recuerdo ni el título ni el argumento, y la cantidad de imprescindibles que ni siquiera me he planteado probar a leer. Lo cierto es que algunos de esos denominados clásicos de la literatura los veo muchos días cuando voy a la biblioteca a estudiar, y tengo un sentimiento contradictorio, porque en principio no me apetece demasiado, pero siento curiosidad, dado que figuran en muchos sitios como obras maestras de recomendable lectura. Me sucede un poco lo mismo con las películas, parece que a priori siempre me llama más la atención ver una película reciente que no una de hace varias décadas, cuando en realidad, si lo pienso, he visto bastantes películas antiguas que me han gustado (El golpe, Sonrisas y lágrimas, El mago de Oz, ...)

Últimamente leo más bien pocos libros, en comparación con otras épocas. No saco tiempo y tampoco encuentro libros que me enganchen. De hecho uno de los últimos que cogí de la biblioteca lo dejé al cabo después de leer una centena de páginas por puro aburrimiento, y otro por falta de interés en el argumento. Tengo empezado uno de Vargas Llosa que me trajeron los Reyes este año, pero tampoco termina de engancharme. No sé si se debe a mi estado de nerviosismo general por las inminentes oposiciones, aunque espero que cuando estas pasen pueda retomar la lectura, quién sabe, de unos cuantos clásicos que sí aparecen en esa recopilación.

lunes, 7 de marzo de 2011

Facebook


Muchas cosas me vienen hoy a la cabeza al leer esa palabra, y al oír a Rouco Varela (presidente de la Conferencia Episcopal Española) alertar del peligro de las redes sociales “que propician un estilo de vida virtual y vacío de encuentros y relaciones verdaderamente personales” me cabreo por varias razones:
  • porque una vez más demuestran que viven en otro mundo,
  • porque no son conscientes de que como tantas cosas en la vida, las redes sociales tienen muchas ventajas aunque no carecen de puntos negativos, y
  • porque no debe darse cuenta de la cantidad de católicos, no sólo de base sino también religiosos, religiosas y sacerdotes que ya tienen perfil en facebook.
Quizá no le haya sentado bien la cantidad de grupos que hay en esa red social que no le tratan precisamente con respeto (y con los que para nada estoy de acuerdo, porque la diferencia de opinión nunca debe estar reñida con el respeto).

Yo sólo puedo hablar de este tema desde mi experiencia personal. Entré en facebook no recuerdo muy bien cómo ni por qué. El caso es que al principio no le hacía demasiado caso, y cuando entraba era para comprobar la cantidad de chorradas en las que la gente perdía el tiempo (juegos, aplicaciones para mí algo ridículas, etc). El caso es que poco a poco me ha ido sirviendo para recuperar el contacto con personas de las que apenas sabía, y mantenerlo con otras a las que veo muy de cuando en cuando. Creo que es la mejor manera de estar permanentemente en contacto con tus amigos. Para rematar, con la llegada de mi nuevo smartphone, no puedo negar que he pasado de entrar en mi perfil una o dos veces por semana, a hacerlo varias veces al día.

Creo que Rouco definitivamente vive en otro mundo si no se da cuenta del potencial que las redes sociales tienen como medio de comunicación. Y si no, que se lo digan a las empresas que ya saben bien eso de que "si no tienes perfil en Facebook o Twiter, es que no existes". Yo creo que quienes humanizan o deshumanizan las relaciones son las propias personas. Echarle la culpa a los medios es fácil. Siento mucho que personas como monseñor Rouco, que supuestamente deben orientar a mucha gente no sean capaces de mirar más allá del titular.

Por último, saliendo ya de la polémica anterior, observo cómo las redes sociales han provocado que mucha gente olvide sus blogs (los que yo tengo en mi lista de favoritos están abandonados desde hace mucho, porque sus autores se han pasado a Facebook). Es una pena, pero es lo que hay. Yo, por mi parte, intentaré que no me suceda lo mismo.

Nos vemos en la red, que es más que no verse en ninguna otra parte.

Señales... esas grandes desconocidas

Imagínate que una mañana subes al autobús que utilizas para ir al trabajo, y en los escalones te encuentras una señal como ésta:

a la que acompaña el texo: "Uso obligatorio del cinturón". Y que esa misma señal aparece encima del cristal delantero del autobús, sí ahí, justo donde suele ir la televisión; vamos, en un sitio a la vista de todos los viajeros.

Vale, pues ahora viene lo importante. Ante esa señal ¿tú qué harías?

a) Mirar si en tu asiento hay cinturón y, en caso afirmativo, abrochártelo.
b) Pasar olímpicamente de la señal, porque vas en un autobús y, claro, un autobús no es un coche.

Creo que hay cosas que no dan lugar a interpretaciones. Una señal de 110 km/h (justo hoy viene al pelo) significa que en la vía donde está situada es la máxima velocidad a la que se puede circular, y una señal de "uso obligatorio del cinturón" significa... me da verguüenza, pero es que es de perogrullo, significa que hay que abrocharse el cinturón.

Como suele oírse, una de las cosas que en las que los españoles y nuestros vecinos del norte de Europa nos diferenciamos es en el respeto a las normas de circulación. Te puedo asegurar que en los autobuses que cojo para ir o volver del trabajo, y que llevan cinturón, somos pocos, muy pocos, me atrevería a decir que menos del 20% los que nos abrochamos el cinturón.

Y pienso yo, si no somos capaces de respetar algo tan básico como una norma de circulación que es o sí o no, ¿cómo luego nos sorprendemos de las cosas que pasan en el día a día?

Hay gestos que no cuestan nada y salvan vidas; pero no sólo eso, sino que además son como pequeñas piezas que ayudan a sentar las bases de una sociedad mejor. Al menos así lo veo yo.