jueves, 13 de agosto de 2009

Velocidad (conductores vol. 2)

Como ya contaba en la mirada anterior, soy conductor más por necesidad que por gusto. Normalmente voy al trabajo en transporte público, pero ahora en verano estoy aprovechando para bajar en coche al trabajo y ahorrarme así algo de tiempo (una media hora en total).

Una de las cosas que me gusta hacer cuando voy solo en el coche es observar los comportamientos de la gente al volante. Como es de esperar, se ve de todo, y no necesito remontarme muy lejos, tan sólo entre ayer y hoy he visto cosas que son para dar de comer a parte...

Gente que se nota que para ellos los espejos son algo tan prescindible los intermitentes. Muchas veces digo en broma que dentro de unos años la evolución natural llevará a que los coches no tengan intermitentes, dado que mucha gente no los toca, o los toca cuando ya no tiene sentido (¿o tiene lógica ponerlo cuando ya has tomado la salida correspondiente de la autopista pero no antes?)
Dos ejemplos de ayer mismo: un conductor que parecía borracho, pues se metía en el carril de la izquierda sin mirar y cuando se daba cuenta de que venía disparado un coche por ese carril daba un volantazo para volver al de la derecha, y un señor mayor que a bordo de un C5, tan señorial él, se cambió de carril delante de mis narices y sin poner el intermitente, obligándome a frenar. ¡¡Olé tus h...!!

Lo de ir por cualquier carril distinto del derecho es otro tema para hacer una tesis completa. Esto parece la colonización del carril-que-no-sea-el-derecho. Se plantan ahí, y ahí se quedan. Da igual si van a 100 o a 90 o a la velocidad que sea por la autopista; ese es su carril y de ahí no les mueve nadie. Que los demás esperen su turno. Y claro, los demás les tienen que adelantar -mal hecho- por el carril de la derecha.

Luego están los cagaprisas del zigzag, o el que como esta mañana, estaba nerviosito por adelantar y no ha tenido reparo en superar de una vez a 5 o 6 coches por una carretera secundaria, pasándose en bastantes metros la señal de prohibido adelantar.

Podría seguir así indefinidamente, porque hay mil comportamientos al volante. Como decía mi profesor de autoescuela, sabemos circular, pero de ahí a saber conducir...

Por último quería hablar acerca de la velocidad. Yo normalmente me desplazo en el Ibiza que tenemos desde hace 8 años; el Altea apenas lo cojo. Pero es con este último con el que puedo comprobar las oscilaciones de velocidad que tenemos sobre todo en autopista.

Resulta que este coche trae un regulador de velocidad, que permite ir a velocidad constante sin tener el pedal en el acelerador. Compruebo así cómo la gente pasa de ir varios kilómetros por hora por encima del límite permitido, y luego al rato les adelanto (y no me refiero a una cuesta) a una velocidad que me hace preguntarme si el conductor no se estará durmiendo.

Todo esto viene porque tengo visto y comprobado que la velocidad es algo contagioso, y la que llevan los coches de alrededor acaba determinando la que en un momento dado adquirimos nosotros. A veces parece como si nos incomodara llevar durante varios kilómetros el mismo coche delante, y nos falta tiempo para adelantarle, aunque para ello tengamos que superar el límite permitido.

Puedes ir a 100 km/h y parecer que vas como una tortuga o al revés, según la velocidad que lleven los de al lado. Yo llevo una temporada intentando respetar casi a rajatabla los límites de velocidad, y tengo que reconocer que es algo muy recomendable, aunque no tan contagioso como la velocidad.