viernes, 2 de diciembre de 2016

Otra de contrastes

Anoche mismo me iba a la cama con el corazón contento, como diría la canción, gracias a la madre de una compañera de clase de mi hijo. Ha salido adelante después de una leucemia y su lección de vida ha sido realmente impactante, al menos para mí. Es un claro ejemplo de cómo la vida te da la vuelta y afrontas cada día como si fuera el último; pero de verdad, y no como hago yo, que de vez en cuando me lo digo a mí mismo y lo intento... pero al poco tiempo la rutina obra en mí un efecto amnésico total. Una vez que ha superado la enfermedad se ve su agradecimiento, optimismo y ganas de vivir en cada una de sus palabras.
 
Y frente a esta inyección de energía, la constatación -porque no me atrevo a calificarlo como certeza- de que este mundo no está bien, y de que cada uno vamos a lo nuestro. Última muestra esta mañana en el autobús camino al trabajo...

Desde hace unos días tengo una mano escayolada a causa de una rotura en un dedo, y haciendo uso de mi derecho, me siento con tranquilidad en los asientos resevados para ancianos, embarazadas, etc. (al menos el dibujo me ampara ;-)) La cuestión es que hoy me he sentado en uno de esos asientos y frente a mí tenía, ocupando también asientos reservados, a dos mujeres que aparentemente se encontraban bien, una más joven que la otra. 

La cuestión es que al poco de sentarme ha subido una chica con problemas visuales, que portaba el clásico bastón blanco. He visto claramente que las dos mujeres sentadas frente a mí la miraban sin inmutarse, y volvían cada una a lo suyo. Podría haberme levantado yo a ofrecerle mi sitio, pero mientras esperaba a ver si alguna de las dos lo hacía, una mujer al otro lado del pasillo se ha dirigido a la chica del bastón, que amablemente ha rechazado su ofrecimiento para sentarse. Tan sólo dos paradas más adelante, una de las dos mujeres sentadas frente a mí se ha bajado del autobús, lo cual no ha hecho sino aumentar mi asombro ante lo que desde mi punto de vista ha sido una falta de educación y un claro ejemplo de que sólo miramos por lo nuestro. Triste.

Por cierto, que la chica del bastón ha terminado sentándose en uno de los sitios frente al mío. 

Venga, ahora a seguir cada uno a lo suyo.

jueves, 27 de octubre de 2016

Dos a cambio de uno...

Anteayer por la tarde recibí -vía Whatsapp, que es lo que toca en estos tiempos- la noticia del nacimiento de María e Inés. La alegría que de por sí me produce un nacimiento, después de haber asistido a los de mis hijos, es si cabe mayor cuando los llegados son hijos de amigos, como es el caso. 
Ayer por la mañana, durante la misa a la que asisto algunos días en la capilla que hay en mi lugar de trabajo, daba gracias a Dios por este feliz acontecimiento, y durante un instante fugaz pensaba a la vez en las personas que ese día dejarían de vivir, sin sospechar que apenas un par de horas después me enteraría -esta vez vía correo electrónico- de que un compañero de trabajo, Pablo, acababa de fallecer. 
Yo no llevo en este sitio tanto tiempo como para haberle conocido en profundidad. Pero siempre le he visto como una persona respetuosa, de un trato muy amable y educado. En resumen, buena gente. Y por lo que he podido oír en las últimas horas, todo el mundo -de verdad- le estimaba. 
Esta mañana no podía evitar pensar si Dios, o el Destino, o la Naturaleza han querido compensar una pérdida así con un doble nacimiento. Sea como sea, bienvenidas Inés y María; descansa en paz y en nuestro recuerdo, Pablo.