viernes, 2 de noviembre de 2007

Progreso

Al principio seguramente no era más que paraje inhóspito repleto de árboles.

Entonces, en algún momento, alguien pasó por allí. No necesariamente una persona. Pudo ser cualquier animal, al que siguió otro, y siguiendo el rastro del anterior, otro más. Y sus pisadas hicieron un pequeño sendero.

Ese sendero, que llevaba -o no- a alguna parte, se fue haciendo un poco más ancho a medida que la gente -ahora sí- y el tiempo pasaban; lo suficiente como para que un caballo con o sin carromato pudiera atravesarlo.

El sendero pasó a ser camino, ruta de comunicación entre pueblos. Y pasaban por allí tantos, y el mundo avanzaba a pasos tan agigantados, que hizo falta alisarlo, compactar la tierra, tapar sus baches para hacerlo más cómodo y rápido. Los caminantes, caballos y carros dieron paso a los primeros automóviles.

Se hizo imprescindible que ese camino se convirtiera en una carretera. La tierra quedó oculta bajo una capa de cemento. Seguía siendo estrecho, tánto que sólo se podía atravesar en un sentido cada vez.

Los pueblos fueron creciendo, el tiempo fue pasando, y esa carretera se ensanchó un poco más, y el cemento también fue cubierto por una capa oscura de asfalto, delimitada por interminables líneas blancas con un montón de señales, cada cual con su significado.

Pero aún no había terminado. El camino necesitaba ensancharse más para poder engullir tanto progreso en forma de automóviles de todo tipo, marca, color y características. Así que creció hasta ofrecer espacio suficiente para que dos, tres, cuatro, automóviles en cada sentido circularan por carriles distintos.

Y ahora, ¿qué viene?

No hay comentarios: