jueves, 28 de septiembre de 2006

Somos de colores

Cada mañana, de lunes a viernes, paso el día en un mundo que tiene dos colores.

No son el blanco y el negro, como podrías pensar. Y en realidad, hay más de dos, pero al final todo se reduce al azul y al naranja.

Por fuera, ese mundo es gris, de hormigón y cristal, viejo, triste y austero. Por dentro, el gris se mezcla con otros colores: granate, crema, blanco sucio (que no roto, como se oye tanto en los trajes de novia), verde, cerezo, negro, blanco(blanco) ... Aunque al final lo que de verdad importa es si eres azul o naranja.

Hace un tiempo, cuando me asomé por primera vez a este mundo bicolor, ellos no existían. Nadie decía “soy azul” o “soy naranja”. Aún antes de conocerlos, jugaba a imaginar de qué color era cada habitante. Entonces llegaron; los únicos que al final importan: azul y naranja.

Este mundo se parece bastante al del planeta Tierra; casi diría que es un planeta Tierra en chiquitito. Para empezar, se supone todas las personas que lo habitamos somos iguales. Pero como sucede en la Tierra, esto es algo que sólo se supone. Citaré tan sólo algunas diferencias.

1. Los azules aterrizan y despegan de este mundo a distinta hora que los naranjas; normalmente antes.

2. Si los naranjas abandonan el mundo, su reloj se para, y no vuelve a arrancar hasta que vuelven. Con los azules no sucede eso.

3. En el momento de la comida, los azules pueden comer lo mismo que los naranjas, pero pagando menos de la mitad que estos.

4. Los azules pasan en este mundo menos días al año que los naranjas.

Azul Naranja. Pobre – Rico. Blanco – Negro. Primero – Último...

Por supuesto, cada cual es de un color por méritos propios. O no.

Si eres naranja, sientes envidia por lo que tienen los azules, que al menos aparentemente son más felices en este mundo. Algunos naranjas quisieran ser azules; otros son felices con su color y, como si de su detergente se tratara, no lo cambian por nada del mundo.

Si eres azul, no sueles tener envidia de los naranjas. Pero como pasa con los naranjas, hay azules y azules. En ambos casos, parece como si cerraran los ojos, bien para no saber de qué color es el otro y tratarle como un simple habitante del mundo, bien para ignorar su presencia, en el caso de que ese otro no sea de su mismo color.

Como ves, este mundo no es tan distinto del otro más grande que lo engloba. Y sí, no me escondo, yo soy... Joven Alex, habitante de ambos, ya lo sabes.

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