jueves, 14 de febrero de 2008

Off-the-record


Por si no lo conoces, se trata de un término periodístico que se refiere a aspectos de una entrevista o conversación que no deberían hacerse públicos. Y digo que no deberían porque es frecuente encontrarse con perlitas extraidas precisamente de este tipo de situaciones. Las más recientes se vieron hace unos días durante una retransmisión de un partido de fútbol en Telecinco, y antes de ayer tras la entrevista al presidente del Gobierno en los informativos de Cuatro.



Tengo que reconocer que en el caso de este vídeo, nadie me garantiza que esto no sea un montaje, así que lo dejo en suspenso. El de Telecinco parece mucho más explícito:





Mi primera reacción es de rechazo ante este tipo de filtraciones, porque me parece juego sucio; incluso a veces se sacan fragmentos fuera de contexto y el escándalo que se pretende es aún mayor. Es de ese tipo de situaciones en las que piensas: "eso no está bien".

Pero me parece que no es menos cierto que sin ellas nos perderíamos una parte de la realidad de las cosas. Es como cuando las revistas nos presentan imágenes ideales de un personaje famoso. Cuánto bien les ha hecho el retoque fotográfico a ellos, a la vez que a nosotros nos ha sumido en el engaño. Estos personajes públicos no sólo deberían ser una imagen; para mucha gente son una referencia, un espejo en el que mirarse. Sí, nadie es perfecto, pero que no nos engañen tanto, porque lo que consiguen es que muchas personas se formen una visión del mundo y de la gente que nada tiene que ver con la realidad.

Como ves, me cuesta mojarme en este asunto, porque a la ética periodística se contrapone el derecho a la información. Si un político, artista, líder de masas, o lo que sea vende una forma de entender la vida cuando la cámara está encendida y luego, cuando cree que está apagada, se muestra que no es oro todo lo que reluce, a lo mejor vale la pena dejar la cámara y los micrófonos encendidos. Pero sólo a lo mejor...

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