martes, 30 de octubre de 2007

Días que empiezan de noche

Hace dos días cambiaron la hora sí, pero la semana pasada sucedía lo mismo que ocurrirá en apenas unos pocos días: mi día comienza de noche.

Entonces me levanto aún de noche, con los ojos tan cerrados que daría lo mismo la luz que hubiera, y al salir de casa sigue siendo de noche, aunque intente convencerme de que estoy comenzando un nuevo día. Mi cuerpo bosteza, se queja, se estira y se resiste a convencerse de esto ha comenzado, que hay que ponerse en marcha.

Pero esto no es lo peor. Queda la otra parte, cuando el día se acaba también de noche. Y mi cuerpo sigue luchando. En unas semanas miraré el reloj que marca poco más de las 5 de la tarde, y el sol ya no estará a la vista. La única luz será la de los fluorescentes alargados de la oficina, o la de las farolas, de los faros de coche o de los neones de las tiendas.

Y vuelvo a mirar el reloj pensando "no puede ser; es demasiado pronto para dormir". Pero oigo persianas que se bajan, y mis párpados reivindican su derecho a hacer como ellas.

Al final, la noche gana al día... pero no por mucho tiempo.

viernes, 26 de octubre de 2007

Que no suene el silbato

Ya he introducido el ticket y franqueado la barrera. Ahora toca decidir qué linea debo tomar. Elijo, camino, me cruzo con gente y me pregunto si vienen del mismo sitio al que yo me dirijo.

Ahora hay que descender. Un peldaño, otro, otro más... Ya se acerca el final. De repente empieza a subir mucha gente. ¿Conseguiré superar la marea que me arrastra en sentido contrario? Sí, parece que sí, pero ahora toda mi fuerza, todos mis deseos y esperanzas se concentran en un solo pensamiento: "por favor, que no suene el silbato".

Pero nada dura eternamente, y suena. No llego, no llego, no llego...

Y ahora la marea es un sólo un goteo, goteo, goteo...

jueves, 18 de octubre de 2007

Casualidades

Ayer, leyendo un periódico gratuito, me encontré con una noticia cuando menos curiosa: un hombre y una mujer, descontentos en sus respectivos matrimonios, habían entablado amistad a través de internet. Esa amistad había cuajado en algo más, y cuál fue su sorpresa el día que quedaron para conocerse en persona al descubrir que su nuevo amor era, ni más ni menos, su actual cónyuge. La consecuencia: divorcio, alegando infidelidad del otro. Tomaron ese camino como podían haber tomado el contrario, sacando algo bueno de toda esta situación casual. Esto sucedió en Bosnia, pero hoy en día podría pasar en casi cualquier parte.

No lo recuerdo muy bien, pero hace unos años creo que oí una historia de un taxista que había sido asesinado por un hombre que le confundió con el amante de su mujer. El error se debió a la coincidencia entre el nombre del amante y del desgraciado taxista. Fatal casualidad.

Hay gente que no cree en la suerte, ni en el destino; tampoco en las casualidades, ni nada que se le parezca. Yo no lo tengo demasiado claro, pero simplemente echando un vistazo a estas dos historias, da qué pensar...

miércoles, 3 de octubre de 2007

Estreno de lujo

Hoy mi observatorio está de estreno. ¿No notas nada nuevo? Venga, fíjate un poco, que salta a la vista...
¡¡Sí!! ¡¡Es la cabecera!! Y no, no es domingo de ramos, pero estamos de estreno. Mi querida Yoana me ha hecho un regalo en forma de cabecera artística. ¡¡A que mola!! Y esto es sólo el principio...

¡¡Gracias, artista!!