jueves, 9 de noviembre de 2006

De móviles

Venía yo esta tarde en el coche pensando en el teléfono móvil de mi madre. Una ocurrencia -o más bien carencia de otra idea mejor- que mi padre tuvo las pasadas navidades.

Esta mañana lo vi ahí, en un estante del mueble del salón, colocado sobre su funda-calcetín. No he evitado la tentación de cogerlo, y he visto que tenía el sonido desactivado. Imagino que en algún momento mi padre o alguno de mis hermanos le estableció esa opción para que no le sonara, por ejemplo, en medio de la misa.

El caso es que a raíz de esto me preguntaba por la verdadera utilidad que el móvil podía tener para mi madre. He tardado poco en obtener la misma conclusión que cuando mi padre me planteó que se lo iba a regalar; es decir, utilidad cero. No se lo he preguntado, pero dudo mucho que lo haya utilizado más veces que dedos puedo ver en mi mano...

Después de esto, esta tarde, mientras paseaba por el Carrefour de Pinar de Las Rozas, he visto que sobre un cajero automático había una cartera; digamos que abandonada. Realmente no era así, aunque casi. A un par de metros estaba un señor, lo suficientemente girado para perder de vista tanto el cajero como la cartera. Estaba demasiado ocupado haciendo no sé qué con dos teléfonos móviles. Imagino que consultaba en uno el número al que pretendía llamar desde el otro. Cuando ya ha conseguido su objetivo, ha comenzado a caminar en el mismo sentido que yo, que ya le había dejado atrás. Pero como este descuido me ha llamado tanto la atención, no he podido evitar girarme para ver qué era de aquella cartera. Al final, como imaginaba, el señor ni se había dado cuenta que se la había dejado, tan absorto como iba en su inminente conversación. Suerte que me he acercado, y al preguntarle ha caído en la cuenta...

Hace poco leía que algunos niños, no sé ni el porcentaje ni la edad exacta, sufrían ataques de ansiedad si se les quitaba el móvil. Y me lo creo. Una vez probé a esconderle momentáneamente a un adolescente su preciado Nokia, y sin llegar al extremo de un auténtico ataque de ansiedad, aquel chaval pasó un mal rato; hasta me pareció que en cierto modo se encontraba perdido.

Hoy en día el móvil no es un artículo de lujo, sino que forma parte de la vida de un porcentaje altísimo de la población, aunque algunos se resisten a caer en sus redes. Lo que está claro es que el lugar y la importancia que tiene en la vida de cada persona es bien distinto... Pero es así; estamos en la era de la ¿comunicación?

(ilustración sacada de www.merello.com)

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