miércoles, 8 de noviembre de 2006

Comunidad

No es como la de la peli de Álex de la Iglesia, ni tampoco se parece a la de "Aquí no hay quien viva".
Mi comunidad será probablemente una más del montón; una de tantas. Hace un rato he venido de una reunión en la que después de dos horas al calor de la entrada de la urbanización lo único que hemos hecho ha sido votar si votábamos en esta reunión derrama sí o derrama no. Sé que suena un tanto surrealista eso de votar si votamos; pero es que mi comunidad es de lo más surrealista.

Como en tantas otras comunidades, los que forman la junta directiva no lo hacen por voluntad propia, sino obligados por el resultado de un sorteo ante la falta de candidatos. Aún así unos se lo toman con más interés que otros.

Luego están las administradoras; todo labia, pero al final na de na.

Los enteradillos, que saben de todo, se informan por aquí y por allá, y siempre tienen que dar su parecer, aunque no venga a cuento. Adosados a éstos están una serie de vecinos que se dejan arrastrar por la aparente seguridad que muestran estos ilustrados. Todo este grupo es el causante de que reuniones como la de hoy duren una eternidad.

Y por último estamos el común de los mortales, que asistimos con asombro a estas reuniones, sin otra intención que la de pasar cuanto antes de esta inevitable acumulación de despropósitos.

Todos al final, y por puro agotamiento, acabamos por entendernos no se sabe de qué forma. Y si no nos entendemos, ya haremos lo posible por buscar la manera de abandonar cuanto antes tan esperpéntica reunión.

Y digo yo: si poner de acuerdo a 70 vecinos resulta misión imposible ¿cómo pretendemos que el mundo se arregle algún día? Mi consejo: huye de las comunidades y vive en la república independiente de tu hogar. Visto lo visto, es la mejor forma de no perder el tiempo.

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