jueves, 28 de agosto de 2008

Comunidad vol. 2

Hace ahora casi dos años te abrí una ventana a mi comunidad de vecinos. Sigo en la misma, y básicamente seguimos siendo los mismos, con las mismas problemáticas. En estos últimos días se está fraguando incluso una especie de golpe de estado, o más bien golpe de comunidad, para la remoción del presidente (sí, sí, remoción es el palabro técnico que se emplea para expresar que le vamos a echar).

Pero no es de eso de lo que quiero hablarte hoy. Lo que quiero contarte es que en estas últimas semanas ha cambiado la visión que tengo de muchos de mis vecinos. Es lo que tiene esto del verano, de salir a la piscina y poder compartir tiempo, conversaciones, paseos, juegos, piscinas y demás con ellos y con sus hijos, y que han hecho que la mayoría de los días no los pase en casa aplatanado, tirando las tardes libres de la jornada de verano que ya está a punto de acabar. No, eso ha quedado ya para la historia.

Ahora lo que se lleva es salir a nuestro reducidísimo trozo de césped y pasar la tarde entre baño y baño con los vecinos. Piscinita, algún partido de pádel, mucha charleta, mucho niño corriendo de un lado para otro y sobre todo mucha alegría y familiaridad.

Sí, cada cual somos de nuestro padre y de nuestra madre. Pero la sensación es de total normalidad, en contraste con esas crispadas reuniones de comunidad. Ahora conozco a la gente por su nombre y no por el portal en el que viven y puedo, como ayer, compartir con ellos un larguísimo apertivo que se hizo comida, sobremesa, mus, merienda y por poco cena, y todo ello en el mismo sitio, junto a la piscina. Aunque seguirá abierta hasta el día 15, mañana cerraremos la temporada; primero con una chocolatada de merienda para los niños, y después con una cena de picoteo para todos.

Si hace dos años me preguntaba cómo poner de acuerdo al mundo si parece poco menos que imposible hacerlo con 70 vecinos, hoy tengo que abrir una ventana bien grande a la esperanza porque incluso dentro de esa multitud que aparentemente no se entiende es posible encontrarse formando parte de una pequeña-gran familia.

¡Olé por mi comunidad!


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