martes, 27 de septiembre de 2011

Con nombres y apellidos

Me resulta curioso escuchar de labios de mi hija Andrea cómo empieza a llamar a algunos de compañeros de clase por su nombre y primer apellido. Lo que el año pasado, en la guardería, eran menciones a Hugo, Bruno, Martina, Katia, etc. ahora son referencias a Hugo Luna, a Gonzalo Sánchez, pero también a Paula, Sofía, Marina, Daniela...

Sí, Andrea ya va al cole, y ese hacerse mayor también se nota a la hora de hablar de sus compañeros. Entonces me acuerdo de que hace ya muchos años, cuando yo iba al colegio, era lo mismo: había varios Javier, varios Fernando, varios David, a los que se llamaba por su nombre y su primer apellido; algunos incluso perdían el nombre y sólo respondían a su apellido.

Al final no deja de ser lo que nos sucede a medida que nos hacemos mayores; vamos perdiendo poco a poco nuestra singularidad inocente de la infancia para irnos diluyendo en la multitud del mundo adulto, donde sólo se nos conoce por el nombre que obligatoriamente debe ir acompañado del apellido, ya que de otro modo no hay forma de encontrarnos.

Firmado, Alejandro Rubio :)