lunes, 15 de diciembre de 2008

Periodismo de bazar


El título de esta mirada no estoy del todo seguro de si era así o con los sustantivos en el orden contrario, pero es una expresión que un día escuché al periodista Antonio Casado en una tertulia radiofónica, y me pareció de lo más adecuado.

Se refiere a ese fenómeno que diría que ha invadido la prensa, por el cual es posible hacerse con cualquier tipo de objeto simplemente comprando una serie de días el periódico en cuestión y según el objeto del que se trate a veces es necesario una aportación económica extra.

No es raro ver día sí día también anuncios del tipo “consiga esta increíble cámara digital con tal y cual prestaciones por el increíble precio de x euros junto con el periódico...” ¿verdad?

Hace unos años recuerdo que en sus comienzos, el diario La Razón presumía en uno de sus anuncios que no iba a cargar al lector con coleccionables y cosas por el estilo, algo que por aquella época se daba bastante en sus competidores. Me pareció muy bien, el problema es que el tiempo se encargó de dejar en el olvido ese supuesto compromiso.

Desconozco el negocio editorial, pero el periodismo de bazar me pone de los nervios, y más allá de un reclamo o un sistema de fidelización, como lo denominaba un amigo, a veces me da la impresión de que deja en un segundo plano lo que en un periódico debería ser lo primero: la información y su forma de transmitirla, con su línea editorial e ideología.

Dicho esto, reconozco que más de una ocasión he caído en la tentación de adquirir tal o cual diario o revista tan solo por el regalo que se incluía. De hecho, la enciclopedia que hay en mi casa se la encargamos a mi suegro aprovechando que compraba El País cada domingo. No me enorgullece, y hace mucho tiempo que intento huir de algo que en cierto modo me parece competencia desleal, aunque supongo que es otra consecuencia más de la globalización.

No sé si algún día los diarios de información volverán a ser sólo eso, que no es poco tal y como está el patio.